La historia de Dafne: LA REVOLUCIÓN DE LOS GOLDEN WORKERS

CAPÍTULO 1 - Reinventarse en la madurez


El día de su 50 cumpleaños, Dafne no dejó de mirar la pantallita de su smartphone. A lo largo de su jornada laboral entraron a través de su cuenta en Facebook más de 50 felicitaciones de gente a la que, en su mayor parte, hacía siglos que no veía, entre otras cosas porque apenas disponía de tiempo libre. 

                       
Otro tanto sucedió a través de WhatsApp, hasta el punto que tuvo que silenciar su móvil porque el sonido constante de la entrada de mensajes hacía que sus compañeros murmuraran por lo bajo y sonrieran de forma condescendiente.
Pero esas fueron las únicas alegrías del día y a eso de las cinco de la tarde sonó su teléfono fijo y su jefe, Juan Méndez, la llamó a su despacho.



Juan había pasado a ser el jefe de Dafne después de la última fusión y para ella, que llevaba más de 25 años en el mismo trabajo, era un niñato advenedizo y trepa que no le inspiraba ningún respeto.

¿Qué tripa se le habría roto? La verdad es que la llamada la ponía en alerta, porque apenas quedaban en la empresa empleados de su edad y en los últimos tiempos había visto cómo salían de la organización la mayor parte de los compañeros que entraron a trabajar aquí al mismo tiempo que ella. 





Dafne siempre ha trabajado en el Departamento de Recursos Humanos. Conoce la historia de cada empleado de la compañía y la repercusión que tiene sobre la plantilla cualquier cambio tanto económico como estructural en la empresa. Lleva más de diez años especializada en procesos de selección y promoción interna en los que ella no toma las decisiones, recopila la información necesaria para que los jefes puedan decidir con conocimiento de causa, pero demasiadas veces ha comprobado que sus informes acaban en un cajón y que los criterios para mover o promocionar a un empleado poco tienen que ver con la evaluación de sus competencias.
No le importa. Cuando acaba el año elabora una memoria muy documentada y referenciada que presenta orgullosa a dirección y donde se analiza cuantitativa y meticulosamente todo su trabajo en forma de número de cuestionarios, entrevistas, propuestas realizadas... Si sus sugerencias no tienen efecto no es su culpa, piensa, lo achaca a la incompetencia de sus jefes.

A veces , y sobre todo desde que le han puesto a este jovencito como jefe, piensa que su trabajo no tiene sentido, pero aleja esta idea de su cabeza recordando la exactitud y perfección de sus informes. Algún día alguien reconocerá su excelente trabajo. Pero ese día no llega.
                  
La fusión con la empresa de la competencia, (Dafne dice que les han absorbido, no fusionado), ha traído algunos cambios a su vida, además del nuevo jefe. Ya no tiene que fichar cada mañana al entrar y las horas de permanencia en su oficina parece que ya no son tan importantes como antes. Incluso algunos empleados de la "otra" empresa la miran con cara de asombro cuando comenta que se quedará hasta las ocho de la tarde para acabar un informe. 

Ahora se premian otras cosas como, por ejemplo, escribir en el blog que los colegas de Recursos Humanos han abierto en la Intranet..., ¡cómo si ella tuviera tiempo para perderlo escribiendo...! Y pretenden que ella misma fije sus objetivos de trabajo y describa cual es su aportación a la empresa y su compromiso con la marca... "empoderamiento" le llaman... Dafne piensa que los nuevos jefes no saben hacia dónde va la empresa...

A Dafne nunca le ha gustado explicar a nadie en qué consiste su trabajo. Es la única en la empresa que conoce al dedillo el procedimiento a seguir cuando hay que promocionar a alguien. Y cree que es importante para su futuro profesional seguir teniendo esta información en exclusiva.



Pero los tiempos están cambiando y hace años que en la empresa no entra nadie nuevo y los procesos de promoción se pararon en el momento que se inició la fusión. Incluso sospecha que sus maravillosos informes han servido más para decidir quién dejaba la empresa que para mejorar las condiciones de nadie.

Últimamente cuando aparece un nuevo proyecto, un nuevo cliente, la dirección suele contratar para realizarlo a un equipo de profesionales externos coordinados por un técnico interno. Ese equipo a menudo ni siquiera pisa las oficinas de la empresa, trabajan en su propio despacho y Dafne ha visto a menudo a Rubén, el profesional a quien suelen encargarle la coordinación de estos equipos, hablando con la pantalla del ordenador en vídeo-conferencia con alguno o con todos los integrantes del equipo. Cuando termina el encargo, se desmonta el equipo y... a otra cosa mariposa. 



Es curioso, piensa Dafne, alguno de los miembros de estos equipos había sido en su día empleado de la empresa, se fue en la primera regulación de plantilla que se hizo hace ya tres años y ahora... vuelve a la organización de manera puntual porque es el que mejor conoce nuestros productos y nuestra cultura... 

Dafne piensa, por ejemplo, en Gonzalo. Fueron juntos a la Universidad y entraron en la empresa el mismo día y como primer empleo y aquí pasaron juntos más de 20 años. Gonzalo lo pasó mal al principio de su salida de la organización. Después de tantos años como comercial, fichando a la misma hora y repitiendo el mismo proceso, las misma llamadas, los mismos correos, las mismas presentaciones en power point, las mismas visitas..., despertó un día sin saber qué hacer.


Ahora que han pasado tres años, se le ve bien, incluso ha rejuvenecido. Trabaja por su cuenta como autónomo y en red con un grupo de profesionales a los que conoció a lo largo de todos sus años como empleado y que ahora están en las mismas circunstancias que él. Su gran experiencia y su enorme red de contactos han sido decisivas para que recomenzar no fuera tan doloroso.

A través de Facebook, esta mañana, ha felicitado a Dafne por su cumpleaños, con una frase de Mr. Wonderful que la ha dejado algo inquieta.



Mr. Wonderful

Así que Dafne, después de estas reflexiones, entró en el despacho de Juan, su nuevo jefe, con algo de arrogancia, mirándole por encima de sus inseparables gafas con las que combatía la presbicia, diciéndose a sí misma que si se mostraba tranquila y segura de sí misma, nada malo podía suceder.



Juan Méndez no estaba solo en su despacho. Además de Dafne, había cuatro personas más que ella conocía sólo de vista porque eran empleados de la "otra" empresa. Sin embargo, tenía algo en común con ellos..., todos peinaban canas. Dafne se temió lo peor. Sabía por experiencia que a ningún directivo le tiembla la mano para "deshacerse" de los empleados de más edad. Somos caros, poco flexibles, resabiados... reflexionaba, mientras miraba la cara de susto de sus compañeros. Provenían de diferentes departamentos, Recursos Humanos, Marketing, Ventas..., y todos ellos no habían conocido más empresa que la que acababa de fusionarse con la de Dafne y llevaban un montón de años desempeñando la misma tarea... ¡Trastos viejos!, resonaba la vocecita interior de Dafne.



Pero Juan no la dejó seguir con sus cavilaciones, les hizo sentar alrededor de la mesa de reuniones y comenzó sin más preámbulos:

Creo que estáis todos al corriente de los cambios que está trayendo la fusión. Hemos cambiado de edificio, todos tenemos alrededor caras nuevas, algunos compañeros ya no están, hemos abandonado algunos productos y servicios y comenzado a ofrecer otros. Por todo ello, necesitamos también nuevas maneras de hacer. Vosotros sois la historia de las dos empresas que ahora son una. Habéis observado multitud de cambios mientras permanecíais en vuestro puesto y ahora ha llegado el momento de que seáis vosotros los que cambiéis.

Nadie movía un músculo, el aire se podía cortar con un cuchillo, a Dafne le empezó a picar la nariz, síntoma inequívoco de que las lágrimas aparecerían pronto en sus ojos...
amarjitsingh1984

Juan prosiguió: Le he dado muchas vueltas a vuestra situación y finalmente tengo algo que proponeos: Quiero que dejéis la compañía para ofrecer vuestros servicios desde una nueva empresa autogestionada por vosotros a la que, si ofrecéis buenos precios y alta calidad, le contrataremos proyectos relacionados con el aprendizaje permanente y el desarrollo del talento de nuestros empleados. No se trata de un despido, estamos externalizando un servicio, competiréis con ventaja frente a otras consultoras ya que conocéis como nadie las características de nuestra organización, sus necesidades, sus problemas, sus fortalezas..., sois los mejores mentores  con los que podríamos contar y tenéis además sobrada experiencia en cada una de vuestras especialidades.

Dafne no da crédito a lo que oye. Su rechazo a la propuesta es total. Juan lo llamará como quiera, pero se trata de un despido improcedente, ¡si lo sabrá ella...!!! Hablará con el Director General. Lleva más de 25 en la empresa, no pueden hacerle esto. Removerá cielos y tierra, no quiere cambiar. Le gusta su trabajo, le gustan el orden y la rutina. Le gusta la sensación de saber exactamente en cada momento qué pasará en el momento siguiente. Le gusta comer en la cantina del trabajo con Rosa su compañera de toda la vida y cotillear un poco sobre los últimos chismes de la empresa. Le gusta su mesa, sus cajones, hasta su silla que consiguió cambiar hace ahora cuatro años por una ergonómica que le recoge perfectamente las lumbares. Le gusta despertarse siempre a la misma hora y volver a casa y preparar una cena ligera para Manuel y para ella, ahora que los niños ya se han independizado... 

Parece que va a marearse, pide permiso para irse a casa y meditar qué debe hacer ante tal propuesta. Juan sonríe y les dice a los cinco que mañana por la tarde seguirán hablado del tema...






Capítulo 2: La crisis madurescente. En el fondo del pozo.




Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo.... del miedo al cambio. 

Octavio Paz
E. Hopper



Voy a dejar pasar seis meses para ahorraos las crisis de ansiedad de Dafne. Las patadas al aire y los brindis al sol. El pánico y la euforia por los que se atraviesa en situaciones de cambio radical.

Dafne rechazó la propuesta de su empresa, ganó el despido improcedente. Y con una indemnización que no respondía a los 25 años vividos en la empresa y un paro ridículo, comenzó a reinventar su vida.

Seis meses después ya no busca empleo, sabe que la discriminación por edad es mucho más cierta que otras como la edad o el sexo.

No quiero detenerme en las noches de insomnio y pesadillas en las que recuperó uno a uno todos los temores de la infancia..., el miedo a las tormentas, especialmente a los rayos. ¡Mal rayo te parta, Juan!, soñaba y despertaba sudada y con el vértigo que produce la culpabilidad recordando un día en el que soñó de niña que la odiada profesora de matemáticas se caía por un barranco y meses más tarde, apareció en clase con la pierna enyesada. ¡Culpable, culpable!


E. Hopper
No soportaba los espejos porque le devolvían su peor yo. Se replegó en sí misma de tal forma que una mañana de septiembre descubrió casi por casualidad que Manuel se había ido, que estaba sola en la inmensa casa familiar.

Recordaba como un eco lejano su voz diciéndole que no podía soportar más su ensimismamiento.

Sin trabajo, sin pareja, con los hijos lejos y a los que veía convertirse en adultos a través de Skype... Una buena tarde Dafne decidió salir a pasear, ventilar sus demonios trotando Ramblas abajo hacia el mar.


Diego Arias

El Mediterráneo es habitualmente un mar plácido, un camino, pero en otoño el viento de levante construye olas amarillas amenazadoras que suelen juntarse con la gota fría que inunda garajes y casas del Maresme.

Sola, frente a la playa del Somorrostro, Dafne se unió al rugido del mar y lloró y gritó, y entre sacudidas y puños en alto, juró como Scarlett O'Hara nunca más volver a lamentarse. Tenía la cara y la chaqueta empapados de agua salada, la misma agua de sus lágrimas, la misma agua que surcó Ulises en busca de su destino.

¿Dónde está mi Itaca?, pensaba Dafne. He perdido el norte, se dice a sí misma. Soy carne de psiquiatra, afirmaba con un tono melodramático.

Remontando hacia la parte alta de la ciudad, Dafne iba trazando un plan.


E. Hopper
Al llegar a casa, nido vacío, renunció a quitarse la sal del cuerpo e impregnada de olor a mar comenzó a escribir casi compulsivamente, vació hasta el último reproche, hasta el más pequeño de los rencores. Hueca y sin lastre, casi aérea, se fue a dormir. 

Mañana comienza el tercer capítulo, se dijo, mañana se acabaron las excusas, mañana "me pongo".


E. Hopper
Despertó febril y acatarrada. Un trancazo mayúsculo, ya no tenía edad para "bailar bajo la lluvia".

A mediodía se preparó un zumo de naranja y encendió el ordenador. Todos sus buenos propósitos de la noche anterior se habían esfumado, y sólo le apetecía cotillear un poquito.

Hacía meses que no entraba ni en Facebook, ni en LinkedIn... ¿qué habría sido de sus cuatro compañeros de destierro? ¿Estarían en el fondo del pozo como ella?



Probó con Raúl, su homónimo en la "otra" empresa: "En búsqueda activa de empleo" decía su perfil en LinkedIn y Dafne tuvo una cierta sensación de alivio... "en búsqueda" (estaba perdido) "activa" (sus contactos le habían dado la espalda) "de empleo" (más de 50 años y sin proyecto propio). ¡Exactamente como ella!


E Hopper

Y ¿qué habrá sido de Lourdes? Lourdes era en el momento de la fusión la responsable de grandes cuentas. Y en LinkedIn de nuevo: "Interim Manager" ¿Y eso qué es? Googleemos: Directivos interinos (!?) y en la Wikipedia: Interim management. Disposición temporal de recursos y habilidades de gestión. Asignación temporal de un ejecutivo senior interino para administrar un período de transición, de crisis o cambio dentro de una organización. Así que Lourdes era una ejecutiva temporal, ¡ETT, vaya! ¡Cosas veredes, Sancho!  


E. Hopper
¿Y Andrea? Ni rastro. Ni en LinkedIn, ni en Google..., borrada del mapa. ¡No es posible, si no apareces en Google, no existes!

Y Dafne no puede evitar llamar por teléfono a Rosa, su antigua compañera de trabajo. Es consciente entonces de que llamar por teléfono se ha convertido en un gesto poco habitual, ¿será por culpa de WhatsApp?

Después de informar a Rosa exhaustivamente de la huida de Manuel, los progresos de sus hijos y de lo "maravillosamente" que se siente, no vaya a ser que Rosa intente profundizar en su estado de ánimo..., Rosa le cuenta que Andrea sigue en la empresa, fue la única que aceptó la propuesta de Juan. Ahora introduce datos en el sistema, ocho horas tecleando frente a una pantalla de ordenador nombres y cifras, con menos categoría y menos sueldo que antes, pero con trabajo.


E.Hopper

¡Ahora entiendo por qué se oculta!, piensa Dafne, estamos rodeados de empleados "venidos a menos": menos responsabilidad, menos sueldo, más trabajo y más monotonía. Dafne experimenta de nuevo un extraño sentimiento: ¡No envidia a Andrea!, respira hondo y se siente algo mejor.

Sólo queda Pedro y de nuevo... la sorpresa. En LinkedIn lee:
Owner de COTALENTSENIOR, apoyo a transiciones laborales de mayores de 45.
¿Transiciones laborales? Y aparece una web, una página en facebook, un usuario en Twitter...


E. Hopper
Dafne pasa la tarde indagando en qué consiste la nueva actividad de Pedro. 

Pero esto es material del próximo capítulo de la revolución madurescente de Dafne.


CAPÍTULO 3 - La historia de Pedro



Imágenes: EBaddeley 
EBaddeley
Dafne decide ir a verle, después de visitar a fondo la web de la empresa de Pedro, en la que hay cientos de artículos sobre los llamados “Trabajadores de oro”, o sea, trabajadores maduros que quieren seguir en la brecha, estudios sobre demografía y envejecimiento de la población en Europa, recursos para compartir entre seniors autónomos, un blog en el que escribe sobre todo el propio Pedro... vaya ¡una mina para Dafne!


Decide dejarse de Internet y visitar a Pedro. Al parecer no tiene despacho propio, comparte un espacio con otros profesionales senior como él en un piso del Ensanche (coworking, lo llaman ahora). Sale más barato y en ocasiones, le cuenta Pedro, comparten mucho más que el ADSL y la impresora, colaboran puntualmente en proyectos que requieren de diferentes perfiles. 
Pedro es muy sincero con Dafne: Está empezando, llega justísimo a fin de mes y ha reducido drásticamente sus gastos hasta el punto que comer fuera de casa un menú de los baratitos, se ha convertido en un lujo que sólo puede permitirse un día a la semana.
Los últimos meses han sido muy duros . En primer lugar por la competencia: Barcelona está llena de “Golden Workers”, profesionales de más de 50 años, recién expulsados del mercado laboral sea por un ERE, sea por otras causas, que se reconvierten en “consultores”, “coaches”, “formadores”, “speakers”... Te los encuentras hasta en la sopa, al salir de una reunión con un posible cliente, reconoces en la sala de espera a Marcos, que hasta hace un mes fue director de recursos humanos en una importante multinacional, al asistir a una conferencia sobre la importancia de las redes sociales, te ves rodeado de colegas que, como tú, se han visto obligados a la emprendeduría forzosa, que es como ahora le llaman a estar desempleado; asistiendo a un taller sobre marketing descubres que María, que hasta hace dos días era una respetada project manager, ha dejado su trabajo de toda la vida y ha montado un bar en el que además se imparten talleres de ganchillo y patchwork ... ¡legiones de ex-empleados buscando clientes, una pesadilla!
Todos ellos, expertos en materias y especialidades en vías de extinción, a los que la intensa dedicación a su trabajo, (grave defecto de los babyboomers, como nosotros, que pusimos todos los huevos en la misma cesta, el trabajo), les ha impedido invertir en sí mismos y actualizar sus conocimientos, aprender constantemente y adecuarse a las necesidades actuales. Somos un desastre con la tecnología y hemos sido educados para “permanecer” en un puesto de trabajo por cuenta ajena, no para, como los juncos, adaptarnos a nuevas funciones, nuevas profesiones, nuevas competencias.



Durante meses, sigue Pedro, deambulé por la ciudad buscando el camino, buscando lo que me distingue de otros, mi valor diferencial... qué puedo ofrecer a otros. Sigo investigando, pero mientras, reúno a gente en mi misma situación, trabajo con ellos en la búsqueda de “El Elemento”, que diría Sir Ken Robinson. Deja que te lea, Dafne, un párrafo de la introducción de su libro:
“Mi objetivo al escribirlo es ofrecer una visión amplia de la habilidad y creatividad humanas y de los beneficios que supone conectar correctamente con nuestros talentos e inclinaciones individuales. Este libro trata de temas que tienen una importancia fundamental en nuestra vida y en la vida de nuestros hijos, de nuestros alumnos y de las personas con las que trabajamos. Utilizo el término «Elemento» para el lugar donde convergen las cosas que nos gusta hacer y las cosas que se nos dan especialmente bien. Creo que es imprescindible que cada uno de nosotros encuentre su propio Elemento, no solo porque nos sentiremos más realizados, sino porque, a medida que el mundo evoluciona, el futuro de nuestras comunidades e instituciones dependerá de ello.
El mundo nunca había cambiado tan rápido como ahora. Nuestra mayor esperanza de cara al futuro es desarrollar un nuevo paradigma de la capacidad para llegar a una nueva dimensión de la existencia humana. Necesitamos propagar una nueva apreciación de la importancia de cultivar el talento y comprender que este se expresa de forma diferente en cada individuo. Tenemos que crear marcos —en las escuelas, en los centros de trabajo y en los estamentos públicos— en los que cada persona se sienta inspirada para crecer creativamente. Necesitamos asegurarnos de que todas las personas tienen la oportunidad de hacer lo necesario para descubrir el Elemento por sí mismas y a su modo.”

Dafne se queda pensativa, ¿qué le apasiona de verdad? Es incapaz de responder a la pregunta. Sabe lo que se le da mal, pero no aquello para lo que es especialmente hábil. Nunca se ha parado a pensar en ello. Piensa en todos sus años de trabajo: en realidad lo que vendió fue su tiempo, no su talento, su docilidad, no su iniciativa, su lealtad, no su compromiso... 
Y Pedro al verla pensativa, insiste: Me di cuenta de que muchos de los compañeros de generación que me rodean, yo incluido, se independizaron, comenzaron a trabajar y se casaron muy jóvenes y desde entonces hasta hace cuatro o cinco años, la vida ha sido un lento progresar continuamente, mejor sueldo, más responsabilidad, una casa en propiedad, un coche cada tres o cuatro años cada vez más grande, cubrir todas las necesidades y los caprichos de los hijos... siempre más... hasta un día en que parece que el mundo se da la vuelta, se pone patas arriba y nos expulsa del sistema sin contemplaciones. 
Fuera de nuestra zona de confort nos sentimos desvalidos y sin recursos para movernos en esta nueva selva que no comprendemos.



Estoy empezando, Dafne, a los 54 años, tengo la sensación de vivir una nueva adolescencia llena de interrogantes y miedos, pero llena también de energía creadora. Le llamo “madurescencia” porque hasta mi cuerpo está cambiando, entrando en un nuevo estadio. Quiero ayudar a otros a reinventarse en la madurez... ¿Sabes? Dedico de nuevo, como en la adolescencia, muchísimo tiempo a estudiar, a aprender. Y a partir de mi experiencia, incorporar los nuevos valores necesarios para sobrevivir en este nuevo mundo. La diferencia con mi primera juventud es que ahora además tengo otro trabajo añadido: tengo que desaprender en la misma medida que incorporo nuevos hábitos y nuevos conocimientos, abandonar viejas costumbres, prejuicios y certezas que ya no me sirven para seguir en el camino. Y eso es doloroso, mudar la piel duele... 
Pero también sé ahora que no estoy solo. Somos muchos, porque nuestra sociedad envejece sin remedio y en breve seremos mayoría. Míralo desde este punto de vista, somos los trabajadores del futuro en un país con una tasa de natalidad por los suelos, las generaciones más jóvenes emigrando al extranjero y aumentando sin parar la esperanza de vida. ¡Somos el futuro! Y tenemos que construirlo entre todos. Estamos en era del conocimiento y la clave del éxito está en la colaboración, en juntar nuestros talentos y construir la nueva sociedad que empieza a emerger.





Dafne sale del despacho de Pedro más confusa de lo que entró pero con un gusanillo que cosquillea en su cabeza: Volver a estudiar..., reaprender, investigar..., curiosear, husmear...
Pero esto es materia del cuarto capítulo. 

Capítulo 4: Cohousing y pisos patera. Manuel y Paloma.

Vania Comoretti
Dafne llega a casa comida por la ansiedad. Su visita al despacho de Pedro ha abierto la caja de los truenos. Está confusa, rabiosa, preocupada, en plena ebullición.

Se dará una tregua, una pequeña pausa, un respiro. Lo mejor será viajar, alejarse de Barcelona. Sabe que salir huyendo no es la solución, pero necesita un paréntesis, tomar distancia y serenarse antes de continuar su lucha. Tiene una buena excusa, sus hijos, Paloma en París y Andrés en Nueva York. Los visitará antes de reemprender la búsqueda de su nuevo lugar bajo el sol.


Vania Comoretti
Vania Comoretti


















Los días siguientes se convierten en un frenético ir y venir de Dafne. Pasaporte, visados, llamadas de teléfono, billetes de avión, reserva de hoteles, compras de regalos y de lo imprescindible para pasar un mes fuera de casa...

Hablando con Paloma se entera de que Manuel, el padre de sus hijos (que así le llama ahora), está también sin trabajo, bueno, no exactamente. Estuvo en París con ella hace un par de meses y le contó que habían cerrado la empresa en la que trabajaba desde hacia más de cuarenta años. 

Vania Comoretti

Manuel ronda los sesenta años empezó como "botones", haciendo recados y franqueando la correspondencia. El día en que cerró la empresa en su tarjeta de visita ponía "Director de Recursos Humanos" y fue el último en echar el cierre después de un largo proceso de reducción progresiva de la plantilla hasta su desaparición total que le tuvo casi sin dormir durante más de tres meses.

Al principio intentó buscar empleo en la misma posición, director de recursos Humanos, en la que había trabajado tantos lustros, pero todo lo que le ofrecían estaba tan por debajo de sus expectativas tanto profesionales como económicas que optó por dar un golpe de timón a su carrera y comenzar de nuevo. 

Manuel ha vuelto al pueblo donde nació. Se ha liado la manta a la cabeza y con un grupo de cincuentones y sesentones parados y sin esperanzas de encontrar empleo, ha montado una cooperativa de trabajo asociado y en pacífico "cohousing" y "coworking" conviven en la enorme casa que fue de sus abuelos y ofrecen al pueblo que se ha quedado en los 800 habitantes todo tipo de servicios, desde asesoramiento fiscal, hasta atención a mayores dependientes, pasando por talleres de huerto y jardinería, alfabetización digital, contabilidad...

Manuel ha seleccionado cuidadosamente a sus compañeros de aventura, por algo ha trabajado en RRHH tantos años. Le interesaba la diversidad en el sentido más amplio de la palabra, edades, profesiones, hobbies, habilidades, costumbres diversas, y una cierta homogeneidad en los valores que les permita una convivencia pacífica y ofrecer todo un abanico de servicios. Son siete aventureros, siete cooperativistas, alguno con pareja, otros con padre o madre dependiente, la mayoría con hijos a los que ven poco. En total conviven en la casa 12 personas, repartidas en siete mini-apartamentos.
  
En la planta baja del caserón han organizado un centro de día donde se imparten los talleres y cuatro amplios despachos/consultas que utilizan los cooperativistas para realizar su trabajo. Hay también en esa planta un comedor comunitario que se ofrece además como restaurante económico y que lleva Pepe, un ex-empleado de banca que por fin ha podido desarrollar su vocación eterna de "cocinillas" más allá de la paella de los domingos, y una sala de estar con ocho puntos de conexión a internet y una pantalla de televisión de 65" pulgadas en la que ven en comunidad el fútbol, las películas que alquilan en internet...

En el pajar que tiene adosado el caserón han instalado la lavandería común y el garaje, donde guardan dos coches que comparten registrándose para su uso en un estricto calendario.

Los cooperativistas viven en pequeños apartamentos que han acondicionado en la segunda y la tercera planta. La tercera planta era un enorme desván donde encontraron hasta billetes de la República y que han reconvertido en tres mini-apartamentos con su baño completo y su cocina americana... El el primer piso los apartamentitos son cuatro. La independencia de los miembros de la cooperativa es fundamental y los espacios de trabajo no se mezclan con los de la vida privada si uno no quiere.

Manuel lleva la gestión de la cooperativa, las negociaciones con el Ayuntamiento al que ofrece sus servicios y las relaciones con proveedores y clientes. Han copiado el modelo danés Andel de Cooperativas de Cesión de Uso, que promueve el cohousing en la madurez.

Aún no han comenzado a trabajar, pero la casa está casi lista y antes de iniciar el nuevo proyecto Manuel, como Dafne, ha decidido visitar a sus hijos. 

Vania Comoretti
Paloma comenta a su madre que está deseando ir al pueblo y ver en qué se ha convertido la casa de los abuelos que recuerda como un caserón frío e inhóspito, lleno de rincones en los que esconderse. La visita de su padre la llenó de alegría, lo vio pletórico, lleno de energía, renovado...

Dafne está atónita. Todo a su alrededor se transforma, cambia, evoluciona... menos ella.

Días después, comienza su viaje. Primero París al que viaja en AVE, cinco horas en tren, ¡un milagro!

Ha reservado un hotel modesto en el Marais porque no quiere invadir el espacio de su hija, pero después de dejar su maleta, corre a visitarla. 

Vania Comoretti
Paloma vive en ese mismo barrio, el "Marais", en un enorme piso en el que convive con la propietaria, una exquisita viejecita que ha resuelto su vejez alquilando habitaciones a bajo precio a estudiantes, a cambio de que la ayuden en la limpieza de la casa, la compra, la cocina y sobre todo le hagan compañía en las frías noches del invierno parisino. Además de Paloma, viven en la casa Giovanni estudiante de filosofía de Pisa, Gustaaf, holandés que toca el violín en el metro y estudia piano, y Alicia que es maña y trabaja de camarera en un pequeño bistrot además de ser la que más colabora en la casa. Alicia dejó los estudios el año pasado, dice que prefiere invertir su dinero en otras cosas y que el precio que vale la Universidad comparado con las oportunidades de trabajo que ofrece una vez acabas es tan alto, que no merece la pena.

Paloma no está de acuerdo. Quiere acabar psicología y dedicarse a Recursos Humanos como hizo su padre durante tantos años. Compagina las clases del último año de carrera trabajando una horas a mediodía en el comedor de una Escuela reforzando la hora punta de la comida. Se le da bien tratar con niños y no descarta hablar con el director al acabar la carrera para seguir en la escuela trabajando en lo que sea.

No piensa en volver a Barcelona. Le gusta París y echa de menos pocas cosas de su ciudad, las terrazas, el clima, alguna amiga, la tortilla de patatas o las croquetas de su madre..., pero se ha adaptado perfectamente al estilo de vida francés.

V. Comoretti

Vive con poco pero no necesita más. Valora mucho su tiempo y no piensa enterrarse en un trabajo de sol a sol como lo hicieron sus padres. Total... "vivir para trabajar"..., para comprar una casa en la que ahora no quiere vivir ni su madre, para comprar un coche que no usa nadie, o un apartamento en la Costa Brava al que no pueden ir porque no llega el presupuesto para pasar los fines de semana fuera de Barcelona... Piensa que sus padres han perdido los mejores años de su vida trabajando como esclavos para nada.

Además Paloma está muy enamorada de Asil. Se conocieron en la sede de SqEK (Squatting Europe Kollective) en una fiesta para recaudar fondos para los "sin techo" de la ciudad. Asil es parisino de origen turco, estudió un año de Ciencias Políticas. Lo dejó decepcionado. Conoce todos los rincones alternativos de París, los mercadillos de trueque, los edificios okupados, los comedores de las ONG's que te ahorran un día de restaurante. Trabaja en la taquilla de un cine a cambio de un sueldo miserable, y sabe que el negocio está a punto de cerrar. Vive en un piso-patera con 15 colegas más en el 18ème, en La Goutte d'Or, un barrio poco recomendable para alguien como Paloma, piensa Asil, pero que es el barrio en el que nació y que le encanta por su diversidad, su colorido, y el mercado en Barbes de los sábados. Se ha acostumbrado a buscar su cama a tientas saltando por encima de los colchones que hay por toda la casa y que además de los 15 inquilinos habituales, acogen a menudo a colegas, parientes y amigos de paso. 


Dafne invita a cenar a Paloma y Asil. Asil llega con retraso, tiene una hora y media entre sesión y sesión y Dafne lo contempla con algo de aprensión, las rastas..., los pantalones tan bajos..., pero el brillo en los ojos de Paloma compensan sus manías. Son jóvenes, se dice, ¡cambiarán!

No puede evitar un punto de preocupación. Toda su vida trabajando y no ha podido darle a sus hijos una vida mejor que la suya, o ¿tal vez sí? Seguramente ni ellos, ni tampoco Dafne vivirán nunca como hace diez años. No tienen un céntimo, pero seguramente sus aspiraciones poco tienen que ver con lo que ella soñaba a los veinte años. Viven en precario, pero disfrutan seguramente más de la vida que lo que ella haya disfrutado nunca. ¿O tal vez no?

Por primera vez Dafne es consciente de que no conoce a su hija. Le horroriza la inseguridad, la provisionalidad de todo lo que la rodea. Ella a su edad... Ella a su edad salió de casa de sus padres para casarse con su primer novio, el único hombre que ha conocido hasta ahora y seguramente, el único hombre de su vida... Ahora es consciente de que su vida fue planificada al milímetro aunque no sabría decir por quién, no quiere culpar a sus padres, la coyuntura, la sociedad de la época...: Se casó a los 24 años, un año después de acabar la carrera. Trabajaba entonces como secretaria en la empresa que acaba de despedirla. Su padre le había conseguido el puesto porque era amigo de uno de los directivos de la empresa. En tres años, dos hijos, la parejita...

Y ahora Paloma es ya una adulta y Dafne tiene la tentación de pedirle consejo. También ella está empezando.

Vuelan los días en París y Dafne tiene que volver a casa. Ha convivido estos días con su hija con más intensidad que cuando vivía en casa. La ha acompañado al colegio en el que trabaja, ha charlado tardes enteras con Mme. Blanchart, la dueña del piso en el que vive, ha acabado acostumbrándose a la energía y el optimismo de Asil, han ido de tiendas y hasta un día Paloma ha hecho de guía turística de su madre por el París más típico.

En el AVE, Dafne empieza a escribir compulsivamente. Mezcla recuerdos con las experiencias de estos últimos días. Ha sido bueno salir de Barcelona. Ha sido beneficioso para ella pasar unos días con Paloma. No sólo por estar cerca de su hija. Le ha hecho mucho bien ver como todos, no importa la edad, debemos resituarnos, reinventarnos ante un escenario que todavía no tiene definidas las reglas de juego, pero que nada tiene que ver con el viejo mundo del siglo XX.

Y la semana que viene saldrá rumbo a Nueva York. Acabará de dibujar el nuevo escenario en el que pasar el tercer capítulo de su vida y el quinto de esta historia.

V. Comoretti



Capítulo 5: La gestión de la edad

Los Departamentos de Recursos Humanos son en realidad gestores de las Marcas Personales de los profesionales de la organización. Risto Mejide en #ForoBarcelona2014 - AEDIPE


Barcelona es en realidad una ciudad pequeña y amable, piensa Dafne, instalada en un taburete del "Mirablau" con la ciudad a sus pies y mientras espera a Cristina con la que ha quedado entre viaje y viaje.

Recuerda que desde el Sacré Coeur no podía abarcar con la mirada toda la extensión de París. Pero su ciudad está delimitada por el mar y la montaña de Collcerola y por dos ríos, el Besós y el Llobregat y esos límites naturales impiden que crezca más, por mucho que se empeñe el Ayuntamiento en perforar montañas. El último ensanche, el que se extiende más allá del Poble Nou hasta el Forum, aglutina los nuevos negocios, los nuevos oficios, a los nuevos profesionales.


Dafne contempla la nueva ciudad desde el mirador del Pie del Funicular del Tibidabo y siente que nunca formará parte de ese nuevo mundo junto al mar al que Barcelona siempre, hasta ahora, dio la espalda. Ella, que se crió en la parte alta de la ciudad y sólo "bajaba" hasta el mar para subirse a una "golondrina", con una caña de pescar de la que colgaba un cangrejo muerto, y cruzar hasta el antiguo rompeolas, o para comer una paella en familia, con los pies en la arena en los chiringuitos de la Barceloneta.



Ya nada queda del mundo de su infancia. Vive y disfruta de la nueva fachada marítima de Barcelona, como tantos otros barceloneses de su edad: como lo hacen los "guiris", abriendo la boca de puro asombro.

La empresa de Cristina, que es la prima a la que espera Dafne, se trasladó hará ahora un año desde sus viejas oficinas en Les Corts hasta el nuevo barrio, 22@arroba, que así ha bautizado el Ayuntamiento a la nueva "city" de los negocios.

Cristina trabaja desde hace más de 20 años en esta empresa y ha visto como crecía y se expandía desde la pequeñísima empresa familiar, a lo que es hoy en día con 20 sucursales distribuidas por todo el país. 

Desde hace aproximadamente cuatro años la empresa ha frenado su crecimiento y ya no incorpora a jovencitos recién salidos de la Universidad. De hecho hace tres años que no incorpora a nadie... Cristina dice que en las oficinas centrales, en las que ella trabaja, cada empleado realiza el trabajo que hace cinco años realizaban tres trabajadores. Muchas de las contrataciones de hace más de esos cinco años, han cambiado de empresa, han montado su propio negocio o han sido despedidos por diversas causas, y ahora en plantilla hay dos terceras partes del personal que había en el 2008.



Ya han terminado felizmente el traslado a una vieja fábrica del Poble Nou que han reformado y modernizado, con ese estilo tan barcelonés entre sofisticado y minimalista, ladrillo y cristal, que hace algo inhóspito el nuevo despacho, en el que no le dejan a Cristina poner ni una sola foto, cachivache o detalle que pueda alterar el estilo del conjunto.

Pero Cristina está contenta. Al llegar al Mirablau y después de ponerse al día las dos primas, le cuenta a Dafne que ha entrado en un programa piloto "intergeneracional". Dicen que es un programa pionero en nuestro país que será en breve el país más envejecido de Europa y en el que los pocos jóvenes que hay suficientemente preparados, huyen a la que pueden al extranjero porque aquí no hay trabajo para ellos y si lo hay está malísimamente mal pagado.

A ella y a cinco personas más la han seleccionado porque tiene más de 50 años y lleva más de diez en la empresa. En el grupo son doce y, según les explicaba el director de Recursos Humanos, representan todos los perfiles de la empresa. 

El programa se llama "Sharing Diversity", así en inglés, que parece más moderno. Ha comenzado hace apenas quince días y Cristina se ha convertido en formadora interna. Tiene que preparar una sesión para sus compañeros sobre modelos de compensación y de evaluación de competencias, dos temas que le apasionan y los que ha dedicado muchísimas horas de trabajo, de investigación... Ha asistido a cuanta Jornada, Congreso, seminario ha podido y sabe que es una gran especialista en el tema. A cambio de esta sesión recibirá soporte de un mentor de 28 años que le ayudará a perder el miedo a LinkedIn, Twitter y todos los modernos sistemas de networking y comunicación profesional y cómo incorporar las herramientas en "la nube" al trabajo cotidiano, "mentoring inverso", le llaman...


Estoy excitadísima, dice Cristina. Estoy preparando la sesión y te aseguro que no había estudiado tanto en mi vida. Menos mal que Marcos, mi jovencísimo mentor, me enseñó el otro día a suscribir información en Internet... Imagina Dafne: Google me envía cada día las novedades sobre aquella información que yo le solicito. ¡Se acabó el navegar sin rumbo! ¡Se acabó tener que bucear entre millones de resultados! ¡Sólo las novedades! Y me ha dicho Marcos que, a la que descubra Twitter, no podré prescindir de esa herramienta para preparar mis "clases". 

Me he comprado un smartphone enorme, (la presbicia no perdona, y necesito pantallas grandes), y puedo consultar esas novedades en cualquier momento y en cualquier lugar, por ejemplo en el metro, por la mañana, mientras me desplazo hasta el trabajo. No sabes cómo me cunde el tiempo desde que tengo este aparatejo.

No me mires así, Dafne. Ya sé que no hace tanto aseguraba que jamás usaría el móvil para algo que no fuera llamar por teléfono, pero ahora..., ya ves, incluso consulto las noticias del periódico en el smartphone y te confieso que en la consulta del médico, el otro día, comencé a jugar a Candy Crush y ¡me encanta!

http://w27.bcn.cat/porta22/cat/

Volviendo al programa "Sharing Diversity", el otro día mi jefe me citó para realizar mi balance de lo que le llaman "media carrera". Se trataba efectivamente de hacer un balance de las competencias que domino, establecer las que debería dominar en los próximos meses para poder trazar a continuación un proyecto profesional de futuro acorde con los nuevos escenarios y las nuevas necesidades de la empresa. 

Te aseguro que al principio me sonó a lo que ha estado sucediendo en los últimos años: Con la excusa de una evaluación de competencias, disponer de los argumentos para ponerme de patitas en la calle. Pero parece que esta vez no va de eso y que piensan contar conmigo unos cuantos años más. Está claro que o me reciclo o me quedo fuera de juego, pero les honra el hecho de plantearse que no soy un trasto viejo sino que hay que darme acceso a nuevas herramientas, nuevos aprendizajes, para que la segunda parte de mi carrera profesional sea provechosa para mí y para mi organización. 

Dafne no sale de su asombro. Acudió al encuentro con su prima convencida de que sólo ella tenía cosas que contar y el renacimiento del entusiasmo por su trabajo de Cristina la tiene descolocada. Cristina siempre fue algo "gris", una hormiguita que desprendía sentido de la responsabilidad, pero no iniciativa, energía, empuje. Estaba desconocida, puro optimismo y ganas de vivir... ¡sorprendente!

Y esto es sólo el principio, continúa Cristina. En el grupo "intergeneracional" hemos comenzado a elaborar el "mapa del conocimiento" de la organización. A mí y a Quico ¿le recuerdas?, vino con su mujer al viaje que hicimos a Venecia, fue durante mucho tiempo jefe de operaciones y ahora coordina a las empresas en las que han externalizado algunos de los servicios, bueno, pues a nosotros dos nos han encargado  especialmente que "contemos" (porque nos han pedido un "cuento", "storytelling" le llaman, porque el inglés tiene o inventa palabras ajustadas para todos los casos) la historia de la empresa de forma que se evidencien sus valores fundacionales. 


Y el otro día recorrimos con Quico todas las instalaciones de los servicios centrales entrevistando a los "viejos del lugar" y grabando las entrevistas con mi smarphone. Lo pasamos genial y hemos recogido un material interesantísimo, historias que ya nadie recordaba y que fueron en su momento hitos fundamentales en la compañía. ¡Una gozada!

Así que nuestra aportación al mapa tiene que ver con la cultura y el entorno de nuestra empresa, pero otras "parejas" trabajan las fuentes del conocimiento, los procesos de conocimiento, los "activos" de nuestro conocimiento organizacional... en fin que descubriremos en realidad cual es nuestra riqueza competitiva: nuestro conocimiento colectivo diferencial.

Pero bueno, apostilla Dafne, ¿cómo ha podido cambiar tanto tu empresa? Siempre habías comentado que era una empresa muy tradicional, conservadora... Lo que me cuentas es ¡absolutamente novedoso!

Sí, es sorprendente ¿verdad?, sigue Cristina. Pero no ha quedado más remedio. O todos aportamos el máximo de nuestros conocimientos y los compartimos, o todos nos sentimos parte del nuevo proyecto de la empresa, o esta se va a pique y se nos come la competencia. No se trata sólo de que "yo" me transforme, renazca, se trata de que lo haga la empresa y la empresa somos todos y cada uno de sus empleados.

Cristina ha dejado a Dafne pensativa. Cada persona con la que se encuentra, cada paso que da le muestra los síntomas de la gran revolución que se está cociendo en el mundo del trabajo. Emergen nuevas empresas, mueren otras, cambian los oficios, las profesiones, cambian las relaciones laborales, evoluciona el pacto entre la empresa y sus empleados. 

Las grandes pirámides jerárquicas caerán por el empuje del trabajo colaborativo porque los profesionales pueden ahora, y no sólo gracias a la tecnología, reunirse en línea y crear valor compartido sin la intermediación de una organización. Los trabajadores ya no son los engranajes de una rueda, empiezan a ser de verdad los activos del negocio.

Y los trabajadores maduros, los Golden Workers como Cristina, como Quico, como Manuel, como la misma Dafne, serán personajes principales de este nuevo escenario en el que la participación, la colaboración y la capacidad e relación social son las nuevas competencias necesarias.

Y al llegar a casa, Dafne enciende el ordenador y comienza su búsqueda de experiencias de "Gestión de la Edad" y de "Programas de Reactivación de Golden Workers" en los Estados Unidos, en concreto en el área de Nueva York, a dónde volará en el próximo capítulo.


Capítulo 6: Middlescence: ThirdAge in New York



"Cambiaría el más bello atardecer del mundo por una sola visión de la silueta de Nueva York. Particularmente cuando no se pueden ver los detalles. Sólo las formas. Las formas y el pensamiento que las hizo. El cielo de Nueva York y la voluntad del hombre hecha visible. ¿Qué otra religión necesitamos?. Y entonces la gente me habla de peregrinaciones a algún agujero infecto en una jungla, a donde van a homenajear a un templo en ruinas, a un monstruo de piedra con barriga, creado por algún salvaje leproso. ¿Es genio y belleza lo que quieren ver?. ¿Buscan un sentido de lo sublime?. Dejadles que vengan a Nueva York, que vengan a la orilla del Hudson, miren y se pongan de rodillas. Cuando veo la ciudad desde mi ventana -no, no siento lo pequeña que soy- sino que siento que si una guerra viniese amenazar esto, me arrojaría a mí misma al espacio, sobre la ciudad, y protegería estos edificios con mi cuerpo".  El Manantial - película de King Vidor sobre la novela de Ayn Rand

Dafne es urbana, tan de ciudad que si pasa un fin de semana en la montaña, se despierta por la noche sobrecogida por el silencio. Tan de ciudad, que el aire purísimo del Pirineo la marea, que le parece más exótica una gallina viva que el más sofisticado perrito de compañía. Tan de ciudad que en el pueblo de Manuel languidecía sin remedio, a pesar de los paseos por el bosque y el concierto de cigarras en verano. 

Por eso se enamora de Nueva York nada más aterrizar. Porque es la CIUDAD, así en mayúsculas. Tal como la había imaginado y tal como aparece en las mil y una película que la tienen como protagonista.

Andrés, su hijo, va a recogerla al aeropuerto y la pasea en el taxi de un amigo por calles que ella ya ha recorrido en su imaginación, viendo películas de Woody Allen.

Andrés estudió Producción de Audiovisuales y Espectáculos, un ciclo formativo de grado Superior en el centro que tienen los jesuitas en Sarriá. Estuvo más de un año buscando trabajo y finalmente convenció a Dafne para que le pagara la matrícula para estudiar producción cinematográfica durante un año en la New York Film Academy. La escuela es carísima y Dafne y Manuel pagaron la mitad de la matrícula y el resto lo pagó Andrés trabajando sin descanso durante el año que duró el curso, malviviendo, casi sin comer. 


Al acabar tampoco encontró trabajo de productor, pero decidió quedarse un año más en Nueva York. Alice tiene algo que ver en esto y Dafne está contenta con que su hijo tenga pareja estable, después de la racha de amores contrariados y tormentosos que vivió en Barcelona.

Ahora sobrevive trabajando para una empresa de eventos montando stands en las numerosas ferias de empleo que hay en NY. En todos lo barrios y con frecuencia, los empleadores instalan su puestecito de oferta de trabajo y normalmente exigen baja cualificación y tiempo parcial a cambio de un sueldo bajísimo. No importa si tienes papeles o no. Andrés asistió a tantas de estas ferias, realizó tan variados oficios durante dos semanas, tres, a lo sumo un mes, que finalmente contactó con una de las empresas que colabora en el montaje de estas ferias y se siente más o menos feliz de tener ingresos casi todos los meses. En lugar de ir al gimnasio, transporto carpas, clavo maderos, sujeto enormes carteles..., estoy en forma, mamá, le comenta a su madre.


Vive con Alice y con cuatro españoles más en un piso compartido en Williansbourg en Brooklyn, tan hacinados, que Dafne tiene que pedir refugio a una vieja amiga de la Universidad a la que no ve hace siglos pero a la que había estado muy unida en los gloriosos años de la transición a la democracia en España. 

Paquita, ¡qué tiempos aquellos!, era explosiva, provocadora, curiosa, algo ególatra, encantadora. Era capaz de leer ostentosamente el periódico en clase de Ligüística III, besar aparatósamente al gafotas de la primera fila que seguro que era seminarista y estrenar zapatillas Victoria cada vez que descendían hasta la plaza Cataluña para correr delante de los grises. Insuflaba a Dafne, que era una cagona, la furia necesaria para salir corriendo sin mirar atrás, apretando los puños, casi volando por la calle Tallers en dirección a la plaza Castilla.

Ahora, sola y divorciada, se ha trasladado a vivir con su hija y su yerno australiano a NY y comenzar lo que ella llama "el tercer capítulo".


Ha sido muy difícil, le cuenta a Dafne, cambiar de país, de lengua, de oficio, de cultura... Dejar mi cómodo trabajo en la editorial, mis tardes en el Ateneu, mis clases de escritura creativa... y aprender inglés con más de cincuenta años, rodeada de jovencitos mexicanos, coreanos, polacos, libaneses... sin papeles, en la biblioteca pública de Brooklin que ofrece clases gratuitas, porque me quedé sin un dólar a los dos meses de estar aquí.

El impacto al llegar aquí fue tan grande que apenas salí de casa de mi hija más que para dar la vuelta a la manzana, durante más de quince días. La sensación de estar sola rodeada de miles y miles de personas me pudo. Mi hija y su marido sólo paraban en casa por la noche, para cenar y llegaban tan cansados que apenas tenían ganas ni de hablar ni de cenar algo más que un sandwich, por más que yo me pasara horas y horas en la mini-cocina de su casa preparando elaboradísimos platos de cocina tradicional española. El tema del idioma es mucho más serio de lo que yo creía en España, sobre todo si quieres trabajar. 

No quería ser una carga para ella, y los primeros meses, superado el impacto de la llegada y además de las clases de inglés, me presenté como voluntaria en el NewYork-Presbyterian Hospital en un programa que me comentó mi hija para hacer compañía a ancianos hispanos sin familia o para dar un respiro a los familiares que les acompañan en su estancia en el hospital y permitirles ir a comer, a despejarse, a dormir... Me satisface sentirme útil y ayudar a otros. Creo que es bastante general a nuestra edad el querer "cuidar" de otros a la que nuestros hijos no nos necesitan. Es muy gratificante. Ahora que ha pasado el tiempo es una actividad que sigo realizando y aunque casi no disponga de tiempo, es prioritaria para mí.

En cuanto al trabajo, con mi edad... la verdad es que lo tenía crudo, pero creo que la madurez es una etapa perfecta para emprender, si te falta ímpetu, te sobra experiencia... Mis horas en la cocina preparando menús que nadie se comía impresionaron a mi yerno y primero fue preparar una cena para seis en su empresa para celebrar la captación de un importante cliente, luego me llamó uno de los comensales de esa cena para que preparara el menú de su fiesta de aniversario de boda, y así fui encadenando los pequeños encargos hasta que llegó a oídos de la propietaria de una empresa de catering del barrio mis buenas artes y me ofreció trabajar con ella cuando tuviera una celebración o un banquete importante y ahora... soy la especialista en comida tradicional para eventos familiares.


Y por fin, un año después de mi llegada he podido alquilar este minúsculo apartamento donde ahora estamos, en Park Slope en Brooklin. Y ahora sólo me queda que mi hija me dé un nieto ¡de una santa vez!

Dafne ve poco a su hijo durante su estancia en NY. Pasa mucho tiempo con Paquita y recuperan esa amistad que se perdió en los recovecos de la vida de cada una de ellas dos. Van juntas al hospital, a la tertulia literaria que Paquita ha montado en la biblioteca con un grupo de mujeres hispanas (¡Ah, esa Filología que les sigue entusiasmando a las dos!), pasean por Manhattan, compran en el mercado de Park Slope, improvisan nuevas recetas...

Visitan The Real Park Slope Co-op, una casa en régimen de cohousing en la que Dafne recopila información sobre su funcionamiento para Manuel y su experimento en el pueblo de sus padres. Esto no es ni una comuna, ni un kibbutz, les comenta Rick Van Dike, uno de sus residentes. Aquí compartimos 900 metros cuadrados de áreas comunes, incluyendo una "gran sala" y cocina comunitaria, una sala de juegos para niños y una sala sólo para adultos, cuatro habitaciones para invitados, un patio y una bodega.
Pero cada uno de nosotros dispone de un espacio privado, seguramente más grande que tu apartamento, Paquita... Somos un grupo de extraños con la esperanza de llegar a formar una gran familia. Cada uno tiene su historia y nos une el hecho de que no queremos abandonar New York y si no fuera por esta comunidad, deberíamos hacerlo, porque no podemos permitirnos los precios de los alquileres de las viviendas que nos gustan. Todo un personaje este Rick... 

Asisten a un musical en Broadway, se hacen fotos en Times Square, cruzan en un taxi amarillo el puente de Brooklin... la ciudad no se acaba nunca... el tiempo sí.


Paquita prepara en el local del catering una cena de despedida para Dafne a la que asisten Andrés y Alice, Joe y Lydia, las tertulianas de la biblioteca, y las dos amigas. La cena, típicamente española: gazpacho y tortilla de patatas y vino de la Ribera del Duero.

Dafne ha alargado su estancia en NY hasta quince días más de la semana prevista. Podría vivir en New York, le ha encantado reencontrar a Paquita y sabe que volverá una y diez veces más, pero tiene prisa por volver a casa. Algo bulle en su interior y quiere en su ambiente, rodeada de sus cosas, preguntarse a sí misma cómo enfocará ella el tercer capítulo de su vida que será el séptimo de esta historia.

Capítulo 7: El camino del héroe: en la caverna.

Plomo en el ala


Fotógrafo: Mikael Sundberg

Esto no va de esperar a que pase la tormenta. Se trata de aprender a bailar bajo la lluvia.

Ya en el avión de vuelta a Barcelona, Dafne sabe que algo no marcha bien. Es un malestar impreciso, una punzada en la boca del estómago, un flaquear de piernas y brazos que hace que llegue al lavabo del avión tambaleante y con un amago de nausea.

Será jet-lag piensa, en casa se me pasa. Pero no se pasa. Al llegar a casa el malestar arrecia. Dafne no duerme, apenas come y siente que pierde fuerzas por momentos, un dolor impreciso en el vientre... Y se disparan sus fantasías y rebotan en su cabeza feas enfermedades malditas... Dafne odia ir al médico y en sus más de 25 años de trabajo jamás se puso de baja aunque tuviera fiebre o lloriqueara y moqueara sin descanso. Las mujeres de mi generación, se dice a sí misma, no se detienen por una gripe o por una indigestión. Pero una vocecita le recuerda que su suegra murió a consecuencia de una hepatitis no detectada, ese cansancio permanente..., cosas de mujeres, decían los médicos, y su suegra deambulaba casi sin fuerzas por la casa limpiando el polvo, haciendo las camas, preparando la comida, siempre con un suspiro en los labios, siempre amargada, siempre sufriendo en silencio. Hasta que la cosa no tuvo remedio.


Escucha a tu ser. Te está dando pistas constantemente; es una diminuta y sutil voz. No te grita, es cierto. Si estás en silencio empezarás a sentir cómo eres. Sé la persona que eres. No intentes ser otra persona distinta y te convertirás en una persona madura. La madurez es aceptar la responsabilidad de ser uno mismo, cueste lo que cueste. Arriesgar todo con tal de ser uno mismo, en eso consiste la madurez. 

Dafne se arrastra hasta el ambulatorio de la Seguridad Social que tiene cerca de su casa. Es la primera vez que entra, mientras trabajó, su médico era el de la mutua a la que estaba afiliada desde su empresa, nunca ha utilizado la sanidad pública. Le sorprende la modernidad y la limpieza de la consulta. Imaginaba un espacio cutre y deprimente, pero es alegre y huele a desinfectante.

Dafne lleva siempre una libreta en su bolso. Anota todo lo que ve, todo lo que oye, todo lo que se le ocurre en los lugares más insospechados, no sea que se le olvide. Le han recomendado descargar Evernote en su smartphone, pero ella prefiere las libretas con goma, Moleskine a ser posible, que le proporcionan esa maravillosa sensación de estar escribiendo en un cuaderno de campo en plena observación antropológica, explorando mundos ignotos en un viaje permanente.


Y aunque cada día "lo digital" invade su cotidianeidad, procura mantener hermosas costumbres del siglo XX como la de llevar un diario, una bitácora de su travesía por mares hasta hace poco sólo domésticos y desde hace unos meses, procelosos mares desconocidos. Su amiga Rosa le insiste en que escriba un blog y le dé difusión a través de facebook o twitter, a ver si así se hace famosa, pero ella se aferra a su Moleskine negra y en los días especialmente intensos, desenfunda su Montblanc, esa que le regaló su padre el día que acabó la carrera, y siente el placer casi sexual de sentir deslizarse la plumilla de oro sobre el áspero papel.

En la consulta del médico anota escrupulosamente el aspecto de la gente que le rodea. Todo gente de edad, excepto una pareja con marcado acento latinoamericano dando de comer un potito a un precioso niño de cara triste. Dos hombres de la edad de Dafne tienen la mirada perdida y rehúyen mirar a los ojos, una mujer trajeada y maquillada en exceso consulta su teléfono móvil continuamente, como si esperara una llamada que no se produce, dos mujeres más cuchichean, ríen y se sorprenden alternativamente, y si Dafne se fuerza para entenderlas, deduce que están despellejando a una amiga común... Junto a Dafne un anciano con ganas de cháchara: Esta doctora es estupenda, le dice de sopetón, yo vengo aquí cada semana por lo de las recetas y hace unos meses se jubiló el doctor Rodríguez y esta chica que lo sustituye es muy lista y muy seria. 

Se abre la puerta de la consulta y por fin le toca a Dafne. La verdad es que le suena la cara de esta nueva doctora, pero... ¿de qué?

No tiene que rebuscar mucho en sus recuerdos, la doctora Suárez se lanza a sus brazos... ¡Dafne, Dafne Rodríguez, del colegio!¿no me recuerdas?

No, no se acuerda... Es difícil reconocer bajo este pelo gris y esos kilos de más a ninguna de las niñas con las que compartió 13 años de su vida en las monjas, pero finalmente algo se conecta en su cerebro... Montse Suárez, los primeros cigarrillos en los lavabos..., las primeras confidencias, Montse contó al grupito de íntimas que era adoptada, recuerda perfectamente el impacto que le produjo la noticia.


Después de auscultarla de arriba a abajo, Montse prescribe un análisis de sangre y uno de orina. Parece una infección urinaria, típica de la menopausia, pero quiero confirmarlo. Mientras, te tomas esto, y le extiende una receta, y ahora, si no te importa esperar quince minutos, nos vamos a tomar algo y a contarnos los más de 30 años que hace que no nos vemos.

Y media hora después se sientan en la terracita de un bar próximo al ambulatorio. Montse no para de hablar, parece que lo necesita, parece muy sola.

Pero pronto la conversación sobre "qué ha sido de fulanita..." empieza a girar rápidamente y Montse cuenta:

¿Te acuerdas de Lorenzo? Sí, mujer, uno de los chicos más guapos del cole de chicos de enfrente del nuestro, el que hacía esgrima..., me casé con él. Todo un triunfador. Empezó vendiendo televisores y al poco tiempo ya tenía una cadena de electrodomésticos en toda Cataluña, después Andalucía, Madrid... Compramos un ático en Sarrià, una masía cerca de Ventalló, cambiábamos nuestros dos coches cada dos años. No tuvimos hijos. Yo no quise saber si por mi culpa o por la suya. Vivíamos a todo tren, aunque eso sí, trabajando sin parar. Yo monté una consulta privada de ginecología, mi especialidad y atendía a mis pacientes en la Clínica de la Sagrada Familia. 

Lorenzo era brillante, divertido, un poco agresivo, pero eso aumentaba su encanto. Se asoció con Fernando, también de su colegio y durante un tiempo todo fue sobre ruedas. En el año 94 Fernando se fue a Brasil dejando una deuda en la empresa de más de 150 millones de pesetas. Lorenzo aguantó como pudo y finalmente la empresa tuvo que cerrar en 1998.

Perdimos el piso y la masía que se fueron en tapar la deuda y nos fuimos de alquiler a un pequeño apartamento de la calle Calabria. Y Lorenzo empezó a beber. Bebía con la misma pasión con la que antes llevaba su negocio... Era el rey de todas las fiestas y no se perdía ni un sólo partido del Barça en el bar de la esquina. Al principio sus borracheras eran sordas, melancólicas, pero pronto se convirtieron en agresivas, ¡el mundo contra Lorezo! y pagaba el pato el primero que se pusiera frente a él, y a menudo me tocó a mí aguantar el chaparrán. Aún recuerdo el día que lo encontré en un portal de la calle Urgel bañado en sus vómitos y orines...¡un horror! Fueron años terribles.


Sin trabajo, traicionado por su mejor amigo, el que había sido todo un triunfador se convirtió en una pesadilla para todos. Dejé mi consulta y reduje mi trabajo a estas horas en la seguridad social para poder estar más pendiente de él, pero Lorenzo comenzó a odiarme.

Primero me castigaba con el silencio y la indiferencia, pero pronto pasó a la agresión verbal para acabar levantándome la mano. No quiero cansarte con lo que fueron esos años hasta que un día después de un ingreso en el Clínico en situación límite, Lorenzo accedió a comenzar una cura de desintoxicación.

Ahora, después de no sé cuántos años en tratamiento y dos recaídas, Lorenzo no es ni sombra de lo que fue. Sigue sin trabajo, se pasa el día frente al televisor esperando que yo vuelva del trabajo... y yo no me atrevo a dejarle por pena, la verdad.

Siento haberte contado mis miserias, Dafne, necesitaba hablar con alguien y explicarle lo que he estado callando hasta a mí misma.

Monste está hecha un mar de lágrimas y Dafne estrecha su mano y pasa el brazo por su espalda. Parece que no todo el mundo resuelve sus crisis plantándole cara a la adversidad, piensa. Ella misma está hecha un lío y sin nada resuelto. Mientras abraza a Montse piensa que en breve se le acabará el paro y la reserva del dinero de la liquidación de su empresa.

Y hasta ahora no se ha puesto manos a la obra. Mucho observar, viajar, pero poco actuar y está convencida: nadie vendrá a buscarla a casa ni para ofrecerle trabajo, ni para tenderle una mano, ni siquiera para hacerle compañía en el infortunio.

Montse y Dafne lloran mansamente en compañía. Y las lágrimas, que por fin surgen sin freno, parece que alivian tanto como las pastillas que le ha recetado Montse. ¡Qué falta le hacía llorar! y por más que lo intentaba, ni una sola lágrima apareció en su rostro hasta poderlas compartir con una "casi" desconocida. ¡Qué malo es estar solo!


Y ahora ¿qué?, se dice Dafne al llegar a casa. El silencio del piso es aterrador por primera vez. Su casa ha dejado de ser su nido, es inhóspita, no la envuelve maternal sino que le hiela la sangre por el recuerdo de las voces de los ausentes.

El malestar aumenta y Dafne toma una de las pastillas que le ha recetado Montse para dormir. Está destemplada, hace más de una semana que no duerme toda una noche de tirón y la historia de Montse le ha dejado el cuerpo desmadejado y sin energía.

Y es que da mucha pereza, a mi edad, comenzar de nuevo, se dice a sí misma Dafne. Yo no he sido una alcohólica como Lorenzo, pero sí una workaholica, mi vida ha sido mi trabajo y lo que ahora tengo no es ni más ni menos que síndrome de abstinencia de mis viejas rutinas, mis certezas, mis creencias más firmes. Mi mundo está vuelto del revés y yo estoy a punto de enfermar huérfana de referentes, perdida en este nuevo mundo que no entiendo. Sería estupendo dejarse ir, desaparecer , desintegrarse en el universo y dejar de pensar, de sufrir, de ser... 

El sueño la vence lentamente y Dafne entra en la nebulosa del sueño inducido del que despierta doce horas más tarde con la firme creencia que debe buscar a sus iguales, debe unirse a los que como ella quieren inaugurar un nuevo mundo sin jefes, sin dependencias, en libertad.


Capítulo 8: Ampliando (que no saliendo) de la zona de confort


"Llega un momento que es necesario abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo y olvidar los caminos que nos llevan siempre a los mismos lugares. Es el momento de la travesía.Y, si no osamos emprenderla, nos habremos quedado para siempre al margen de nosotros mismos". Fernando Pessoa

Dora Maar 1934

Llegan los resultados de los análisis y Dafne vuelve al ambulatorio. No está Montse y la atiende un compañero suyo absolutamente agobiado porque además de sus pacientes debe atender a los de los dos médicos que están de baja... ¡Dichosos recortes! Despacha a Dafne en dos minutos exactos:Tienes una infección urinaria. Te tomarás este sobre una sola vez, intenta beber dos litros de agua al día y cuida tu higiene. Y eso es todo.

La casa se le cae encima, ¿y si le da algo? Nadie se enteraría. Si me muero, piensa, descubrirán mi cadáver por el olor que saldrá de esta casa... ¡Qué sola estoy, qué triste!

Jee Young Lee
Se le echa encima la noche y la encuentra dándole vueltas a todo lo vivido en las últimas semanas. Está visto, se dice, mi peor enemigo es la soledad. Recuerda que cuando sus hijos eran pequeños buscaba desesperadamente espacios, por breves que fueran, de soledad deseada, escasísimos momentos en los que estar a solas consigo misma.

Pero, este hondo vacío, este continuo parlotear de su vocecita interior en un reproche permanente... es ¡Insoportable!

A las cuatro de la madrugada, después de vueltas y más vueltas en la enorme cama de matrimonio de la que sólo ocupa una pequeñísima parte, llega la iluminación: lo ha visto mil veces en Internet, conoce a un montón de gente que se ha lanzado a ello... alquilará una habitación y así matará dos pájaros de un tiro: no se sentirá tan sola y tendrá unos pequeños ingresos ahora que se están reduciendo dramáticamente sus ahorros.

Alexis Persari

Se levanta decidida y energética, pasa la mañana en IKEA..., transformará la habitación de su hijo en una encantadora habitación de hotel de cinco estrellas.

Montar una habitación de IKEA es una tarea ardua y Dafne llaga a la noche exhausta pero satisfecha. Fotografía la habitación desde todos los ángulos posibles y se sienta frente al ordenador para insertar su anuncio en la web de moda para poner en alquiler una habitación.

Al día siguiente ya tiene tres mensajes en su correo de posibles inquilinos: tres hombres. Habla con los tres y se cita con ellos por separado para enseñarles la habitación.

A las cuatro de la tarde llega Miguel, el primero... La primera impresión no es buena, los hombros hundidos, la mirada huidiza, la ropa algo sucia... parece que esté huyendo de algo. Dafne piensa que no encaja con la habitación que ha preparado. Miguel le explica que es matemático, da clases en una escuela y acaba de separarse. Está buscando una habitación porque su sueldo no le da para pagar dos pisos: la hipoteca del piso donde han quedado su mujer y su hijo y otro piso para él. Comenta que es muy casero, apenas sale de casa. Le gusta pasarse horas y horas diseñando juegos para el ordenador que luego nadie compra pero que a él le apasionan, juegos de lógica y matemáticas. La separación ha alterado sus hábitos, él es muy meticuloso y rutinario... Dafne siente un cierto rechazo, no sabe muy bien por qué, pero le dice que le llamará cuando haya tomado una decisión, hay más personas interesadas y quiere verlas a todas. Miguel se va tan cabizbajo como llegó.

Tommy Ingberg
A las seis de la tarde llega Francisco, llámame Fran, por favor, le dice a Dafne nada más abrir la puerta. Pasa, Fran, y él avanza pasillo adelante sin esperar las indicaciones de la anfitriona... Se le ve decidido, pisa fuerte, enérgico, optimista, fuerte... Me encanta la habitación, le dice a Dafne al acabar el recorrido minucioso por toda la casa, tienes un gusto exquisito y estaré muy a gusto contigo. ¿Por qué buscas una habitación en lugar de un apartamento?, le pregunta Dafne.

¡Oh, se trata de algo transitorio! Acabo de llegar de Bilbao donde he residido dos años y quiero establecerme en Barcelona porque es una ciudad en plena ebullición, ja, ja... Soy conferenciante, consultor, he publicado varios libros sobre desarrollo personal..., autónomo y libre como el viento, ja, ja... Mientras busco un espacio definitivo para instalarme, creo que la opción de compartir la casa contigo es magnífica, ja, ja...

Tommy Ingberg
A Dafne no se le cae la sonrisa de la boca. Este hombre es un encantador de serpientes, piensa, pero la verdad es que transmite optimismo, parece que es él el que me está alquilando la habitación a mí, ja, ja...

Bien Fran, quiero entrevistarme con todos los que han respondido al anuncio. Te llamaré mañana por la tarde para comunicarte mi decisión. Pero Fran no ha dado por acabada la visita. ¿Me invitas a un café? le dice, no quisiera irme sin saber más de ti, ¿por qué alquilas habitaciones? ¿estás casada, tienes hijos..? En fin... cuéntame...ja, ja, ja...

Dafne no puede negarse y los dos se sientan en la mesita de la cocina. Fran no para de hablar, no le da ni un respiro a Dafne que empieza a inquietarse porque ha quedado con Arturo, el tercer candidato a las siete de la tarde... ¿Sabes?, sigue imparable Fran, nos han educado para ser esclavos, "empleados", para servir al "negocio" de otro, yo propongo liberarnos de las cadenas y reinventarnos, emprender nuestro propio camino, ser nuestros propios amos y luchar por aquello en lo que soñamos en la infancia... como Jasón debemos reclamar nuestro reino e ir en busca del Vellocino de Oro. Todos tenemos un héroe dentro y nuestra vida no es más que el eterno camino del héroe hasta volver a su hogar, a su esencia, sabiendo quién es... conociendo el porqué y el para qué de su existencia... De eso hablo en mis conferencias, ¿tu nombre era...?, -Dafne-, ¡ah, sí, Dafne!, nombre de triunfadora... y bla, bla bla..., imposible hacerle callar, imposible meter baza, pero lo que cuenta es... interesante.

Suena el timbre y finalmente Fran se despide al tiempo que llega Arturo, el tercer candidato.

Robert & Shana ParkeHarrison

Su aspecto es algo inquietante y además lleva consigo una bolsa como si ya pensara en instalarse esa misma tarde, pero su mirada es dulce y transmite paz. Dafne le enseña la habitación y Arturo le comenta: Es perfecta, luz y alegría, es lo que necesito. Mira, no voy a engañarte, acabo de salir de prisión, he estado dos años encerrado por un desfalco que hice al banco en el que trabajaba. Ya he cumplido, me gustaría tener la oportunidad de volver a comenzar. Por eso he cambiado de ciudad, aquí nadie me conoce y nadie sabe, excepto tú, mi historia. A mi edad no espero encontrar trabajo, pienso montar una gestoría para llevar las cuentas de pequeñas empresas y autónomos, liquidarles el IVA, hacerles la declaración de Renta, ya sabes, la pequeña contabilidad de cada día. Por eso te pido que me des un margen de un mes para empezar a pagar por la habitación. Ahora sólo tengo el peculio de la cárcel que apenas me dará para comer una semana.

Dafne está impresionada y desconcertada. Por un lado la historia la atemoriza pero piensa también que Arturo merece una segunda oportunidad. Mira, le dice, yo también te seré sincera, habéis contestado al anuncio tres personas, los tres podríais ser buenos inquilinos. Yo estoy buscando algo más que unos ingresos extra, estoy buscando a alguien con quien sea fácil convivir y que yo sienta que somos compatibles, que tenemos cosas en común. Déjame unos días para pensármelo, para decidir quién de los tres se acerca más a lo que estoy buscando...

Arturo coge su bolsa y se despide de Dafne. Quiero pensar, dice, que no tendrás en cuenta mis errores pasados. Gracias por haberme escuchado. Y se va dejando a Dafne en un mar de dudas y con la certeza de que cada ser humano esconde mil y una historias y un secreto que oculta celosamente y que es precisamente lo que condiciona su presente. ¿Qué hacer para llegar al fondo de alguien?¿Cómo ver más allá de la historia que cuenta, más allá de la ropa que viste, de la primera impresión que causa?

Al día siguiente Dafne llama por teléfono a Miguel, a Fran y a Arturo y les invita a comer a los tres. Pero lo que suceda en esa comida será material del siguiente capítulo.

Marek Piasecki


Capítulo 9. Soledad a cuatro voces.

No quiero un futuro, lo que quiero es un presente. Me parece más valioso. Sólo se tiene un futuro cuando no se tiene un presente, mientras que si se tiene un presente, uno hasta se olvida de pensar en el futuro. Robert Walser, Los hermanos Tanner

http://agrega.educacion.es/visualizar/es/es_20071227_1_5009061/false

Dafne va al mercado. Hace meses que no cocina para otros y eso le pone un poco nerviosa. Para no complicarse la vida, idea de primero una ensalada de berros, chicoyas, cebolla tierna, tomate muy picadito, nueces, piñones y pasas, sobre la que regará una ligera vinagreta de mostaza y miel.

Y de segundo, ya que está en Barcelona, mar y montaña, un pollo con gambas que le suele salir buenísimo. Y de postre fresones con vinagre que quedan muy melosos.

Hace tiempo también que no acude al mercado. Le sorprende ver la cantidad de paradas cerradas, ¡dichosa crisis!, pero su verdulería de confianza está abierta, aguanta al pie del cañón.

En la parada sólo está Lali, ¿y tu marido, guapa, lo tienes trasteando cajas de fruta? le pregunta Dafne, -¿el Toni?- responde Lali, ha dejado la frutería, ahora lleva un camión enorme, desde Valencia hasta Amsterdam, o desde Murcia hasta Munich, lo que toque que tanto da, que esto no daba para dos sueldos y da justito para el mío... Y ha tenido suerte de que en la empresa de su primo Mariano se jubilara un camionero, porque no hay faena por ningún lado y con la edad que tiene el Toni, mucho menos. Pasó el examen de camiones, el E y el C1 o como se llame, y ahí lo tienes, rodando por las europas. Y mientras yo me levanto cada día a las cuatro de la mañana para cargar lo mejorcito para mis clientas en MercaBarna... ¡qué tiempos más malos!

Otra reinvención, piensa Dafne, y recuerda que el último taxista que la trajo a casa desde el aeropuerto era arquitecto reconvertido en taxista por culpa (gracias a..., dijo él) de la crisis.


Ya en casa monta la comida en un visto y no visto y abre, para que se oxigene, una botella de Rioja que Manuel guardaba para una ocasión especial.

Sus invitados van llegando en el mismo orden que en su primera visita. Miguel, el matemático aparece con ojeras de haber dormido poco y un brazo de gitano de nata. Fran, el escritor y orador, hecho un pincel y con una botella de vino. Y Arturo, el expresidiario con las manos en los bolsillo y una hermosa y agradecida sonrisa en los labios.

Dafne está un poco azorada. Tres hombres pendientes de ella, que intentan alagarla y ganarse su confianza; se siente como una adolescente rodeada de pretendientes y eso la incomoda pero también le produce un dulce cosquilleo.


Los tres alaban la comida, aplauden la decoración de la mesa y el bienestar que se respira en la casa, los tres aspiran a merecer la habitación de Dafne.

La conversación va deslizándose suavemente hasta el final del segundo plato y Miguel como quien no quiere la cosa lanza la primera pregunta incómoda de la velada: ... Y vosotros ¿cómo habéis llegado a esto, a no tener casa propia, a tener que compartir una habitación?

Un hondo silencio se instala por unos momentos en la habitación, pero rápidamente Fran entra al trapo: Los tiempos están cambiando, Miguel, no sé si te has dado cuenta. Fran no puede evitar un tonillo de superioridad profesoral, las familias ya no son lo que eran, hay casi tantos modelos de convivencia como personas y todo vale. Segundos matrimonios con los hijos de ambos, por ejemplo, conozco un caso en el que se han juntado las dos ex-mujeres de un mismo hombre, pisos de estudiantes de más de 35 años, hijos de mas de 40 que vuelven a casa de sus padres al perder el trabajo... hay de todo.
¿Sabéis cuánta gente vive sola en esta ciudad? le corta Miguel. En Barcelona hay un 24% de hogares unipersonales, unas 150000 personas. La soledad es uno de los problemas más frecuentes entre los mayores de 50 años. No os quiero aburrir con estadísticas pero algo habrá que hacer porque las cosas se están poniendo muy difíciles para mantenerse uno mismo; los sueldos bajan, los gastos no..., es normal que la gente busque alternativas como la de compartir piso.

En mi caso, insiste Fran, se trata de una solución transitoria, lo tengo claro. Mi idea es encontrar un nido, un refugio a mi medida y mientras tanto esta es una solución perfecta. No es un hotel, es como estar en familia y puedo buscar mi paraíso con tiempo y tranquilidad.

Yo no tengo alternativa , continua Miguel, la hipoteca de la casa donde viven mi ex-mujer y mi hijo se lleva más de la mitad de mi salario. Antes con dos sueldos, no importaba demasiado, ahora no me permite de ninguna manera alquilar un piso para mí solo. Sólo me queda compartir,... y apenas me quedará para comer. Afortunadamente soy una persona austera y vivo con muy poco.

¿Y tú, Arturo?, increpa Fran, ¿cual es tu caso?

Arturo levanta la mirada. Yo en este momento de mi vida procuro vivir al minuto, olvidar el pasado y paladear cada segundo que me regala el día. Como Miguel, tampoco puedo elegir, o sí, podría decidir (o podrían decidir por mí) vivir en la calle, un cajero, cuatro cartones, iniciar mi peculiar descenso a los infiernos. Os sorprendería escuchar la historia de muchos de los "sin techo". A mí me gustaría no llegar a eso, pero la línea que nos separa de ser excluidos sociales es muy delgada, mucho más delgada que hace unas décadas.


Cuando yo acabé la carrera, estaba convencido de que tenía el camino trillado, que mi vida sería una línea continua ascendente. Si me hubierais dicho entonces que la vida se organiza en ciclos, que mueres y renaces un montón de veces, no lo hubiera creído, todo indicaba ese progreso continuado para todos. Parecía evidente entonces que la vida no iba en zigzag sino de forma lineal cada día mejor, cada día un poco más... Pero la realidad ha sido muy otra. Se parece más a una espiral en la que cada bucle es una etapa y entre etapa y etapa morimos un poco, nos despojamos de los que nos ha sido útil en ese período y desnudos de nuevo, recomenzamos, renacemos a un nuevo ciclo. Dicen que renovamos todas las células de nuestro cuerpo cada diez años... Mis ciclos son más cortos, pero me he reinventado un montón de veces, me he sentido un hombre nuevo varias veces y he sentido que todo lo que constituía mi vida ya no me valía, otras tantas. 

Ahora estoy comenzando un nuevo ciclo. Está todo por estrenar, nuevos valores, nuevas creencias, a qué me dedicaré, de quién me enamoraré, cuáles serán mis lecturas preferidas o los rincones de le ciudad que me darán cobijo. Todo por estrenar...

No está mal la teoría de los ciclos, le corta Fran, pero yo estoy convencido de que cada uno de nosotros puede mover los hilos de su destino, querer es poder, puedes ser "el capitán de su alma", como decía el poema que recitaba Mandela. Creer en uno mismo es fundamental para huir de ese mal fario del que hablas, Arturo. Vuestro problema es un problema de autoestima. La voluntad mueve montañas y la fe en uno mismo es el combustible necesario para recargar continuamente la energía para moverlas. En tiempos de crisis sobreviven los que apuestan por sí mismos...

Dafne les escucha en silencio, pendiente de que en la mesa no falte nada y tan atenta a los gestos como a las palabras.

Fran está ligeramente inclinado hacia atrás, le encanta escucharse a sí mismo y llevar la voz cantante. Tiene una bonita voz de barítono, lo sabe y por eso habla despacio, modulando, casi paladeando las sílabas. Miguel ha ido creciéndose a lo largo de la comida y ahora asiente a cada afirmación de Arturo. Parece el anfitrión de la casa, como si hubiera vivido aquí desde siempre. Se le ve cómodo y confiado. Y Arturo..., Dafne suspira levemente, no puede dejar de mirarle, sus largas y huesudas manos, el pelo gris, la mirada tan profunda y triste de color gris que la tiene hipnotizada, como si tuviera un imán Dafne se recrea en sus palabras, en su boca, en el tono de su voz, Arturo ha tocado su alma.


Su decisión está tomada: alquilará la habitación a Fran, pero no dejará de ver a Arturo. Le interesa la insistencia de Fran en lo transitorio de su situación. Serán unos meses, sólo para probar y percibir esos ingresos que le empiezan a urgir y luego... ya veremos.

Llamaré a mi prima Nuria que vive sola en Esplugues y tiene una casa enorme, se dice, y le pediré que acoja a Arturo por un tiempo, mientras monta su gestoría... Le diré que es un viejo amigo que está de paso por la ciudad... Si lo meto en casa como inquilino, se romperá el hechizo, piensa riendo por dentro...

Y la conversación de sobremesa, ya con los postres y los cafés, sigue su curso.

Ahora es Miguel el que interviene. ¿Sabéis? Con la edad he perdido intensidad. Ya no pongo el corazón en todo lo que hago. Eso hace más soportables los reveses. Como si desayunase bromuro todas las mañanas, nada me exalta ni me hunde. El tono es amargo y esconde el amago de una lágrima, es la mejor manera de contradecir con el gesto lo que ha verbalizado.

¿Recién divorciado? pregunta Fran.

A mí, sin embrago, interviene Arturo, me pasa lo contrario. He ganado conciencia y sentimiento con los años. Soy aquí y ahora más que nunca con toda intensidad. Supongo que porque valoro de forma diferente que cuando era joven cada vivencia, cada minuto que pasa y también porque creo que me conozco a mí mismo mejor que a los dieciocho años. La certeza de que me queda menos por vivir que lo vivido hace que me beba la vida a tragos largos, que cada inspiración llene mis pulmones de aire como si fuera la primera vez.

La tarde se alarga y la conversación languidece por los terrenos de la melancolía. Dafne sabe que ha llegado la hora de comunicarles su decisión. 

Fran, comienza a decir, puedes instalarte en la habitación. Te he escogido porque sé que no estarás aquí mucho tiempo y es lo que me conviene en este momento. Miguel, toma el teléfono de mi amiga Mari Paz, está en la misma situación que yo, aunque vive fuera de Barcelona, pero estará encantada en acogerte. Arturo..., si no te importa quédate un rato más, quiero hablar contigo en privado, creo que puedo ayudarte... Y el corazón incomprensiblemente se le acelera pensando en la posibilidad de quedarse a solas con él.

Dafne y Arturo a solas... en el capítulo 10.


Capítulo 10. Emprendiendo: Soy el Sr. Lobo, soluciono problemas.

Nuevos negocios para los Golden Workers


  

Fran se instala en casa de Dafne al día siguiente. Tiene pocas pertenencias, le gusta ir "ligero de equipaje", como decía Machado, comenta, y se encierra en la habitación (para preparar una conferencia, explica) de donde sólo sale para pedirle a Dafne algo de cena.

Mañana llenaré la nevera (algo que jamás sucederá) he tardado más de lo que pensaba en instalarme..., se excusa y se cena tan ricamente una ensalada, dos huevos fritos en los que moja media barra de pan y un yogur.

Ayer, al acabar la cena con los candidatos a inquilinos, Dafne habló con Arturo: Voy a intentar ayudarte, le dijo. Mi prima Nuria regenta desde hace un montón de años un bar en Esplugues. Lleva toda la vida sola y se está haciendo mayor. Deja que hable con ella y le proponga que le eches una mano en el bar, ya sabes, cargar pesos, lavar platos y tazas, arreglar un enchufe... a cambio de cama y comida. 

Yo me quedaré además más tranquila, porque desde hace tiempo Nuria está perdiendo facultades, olvida las cosas, se le van muchos clientes sin pagar..., la edad... Debe tener casi 70 años y físicamente está bien, pero la cabeza...

Arturo la mira emocionado... Gracias Dafne, este es el momento más difícil de mi vida, mucho más que estar encerrado en una celda lo es estar estigmatizado por haber pasado por la cárcel. No tengo palabras... pero ¿tu prima aceptará el trueque?

Y Dafne sale a cenar con Nuria que es una mujer menuda, nerviosa, activa, nadie diría que tiene la edad que tiene. A Dafne le ha costado convencerla, pero al final ha accedido a tomarse una hamburguesa en el Flash Flash, en memoria de gloriosos tiempos pasados en los que era casi imperativa una tortilla antes de entrar en La Cova del Drac para escuchar algo de jazz o algo de cançó... ¡qué tiempos! comenta Nuria, con lo progre que yo he sido, mírame ahora con mi faldita de tubo y mi rebequita negra.


Frente a la añorada hamburguesa que recuerda más un tartar de ternera que un bocata del McDonalds, Dafne le cuenta la historia de Arturo y le explica su idea.

¿Un expresidiario, Dafne, quieres que meta en mi casa a un ladrón? ¿Qué te pasa, te ha sorbido el seso? ¿Cómo puedo confiar en él? Y ¿por qué no lo metes en tu casa?

Confía en mí, Nuria. Necesito fiarme de mi intuición. Lo sé, es un pálpito, tiene mucho riesgo, pero si sucediera algo, yo me haría cargo de lo que te deba... Se trata de una relación de trueque, él te ayuda en el bar y tú le ayudas a reincorporarse de lleno en la sociedad. No lo meto en casa porque ya le he alquilado la habitación a un escritor y conferenciante, que además la quiere por poco tiempo, que es lo que yo quería, probar con esto del alquiler por un tiempo, nada más.

Y así Arturo se instala en el bar de Nuria. En la trastienda instalan un catre y un pequeño armario, en el patio hay un lavadero que con cuatro apaños Arturo convertirá en una ducha...


Arturo inspecciona a fondo el bar de Nuria. Se trata de un local amplio, antiguo, muy desaprovechado. Apenas tiene clientes, cinco o seis desayunos por la mañana muy tempranito y el café con la partida de dominó de cuatro parroquianos de toda la vida por la tarde... poca cosa más.

Instalado en una de las mesas del bar, Arturo comienza a trazar su plan... y este es el primer esbozo de una tarde productiva de intenso volcar en un papel lo que le ha dado vueltas en la cabeza durante tantos y tantos días tumbado en su celda...

REDBAR Centro para COMPARTIR:


Disfruta de los nuevos servicios del bar de Nuria,
Mayores cuidan de mayores, centro de día de intercambio de conocimiento.
Consultoría intergeneracional: trueque de conocimiento, te ayudo con la contabilidad y me ayudas con alfabetización digital.
Tienda temporal. Disponemos de espacio para venta o trueque de productos para bebé de segunda mano, para alquiler o venta de máquinas de coser o thermomix, alquiler o venta de disfraces de carnaval, productos para la playa... y todo lo que se te ocurra.
Servicios de ayuda antiresaca: Te vengo a buscar a la fiesta/discoteca... y te llevo a casa. Te preparo exquisitos desayunos antiresaca y si lo prefieres, te llevo el desayuno a casa. Si la fiesta ha sido en tu casa, limpio el escenario de la fiesta. 
Repara todo. Reparamos cualquier electrodoméstico averiado. Si no lo conocemos, buscamos quien te lo repare.

Convertir el bar en un espacio de relación en el barrio, de ayuda mutua, de intercambio por una pequeña cuota mensual de socio... ¡A ver qué le parece a Nuria!

Nuria se echa las manos a la cabeza. ¿...Y los permisos? Seguro que esto no es legal. ¿lo vamos a hacer tú y yo solos? ¿Y la publicidad?¡Los del dominó se van a quejar! ¡Esto ya lo hacen en el centro cultural del Ayuntamiento!!!

Pero Arturo mira dulcemente a Nuria, y le susurra... Lo haremos despacito, un día una cosa, otro día otra y así, lentamente nos haremos un pequeño hueco en el barrio. Pocas cosa, muy bien hechas, para ir despertando la curiosidad del barrio. Le pediremos a Dafne que nos ayude, seguro que tiene buenas ideas e intuyo que gran capacidad de gestión... ¡Verás cómo te diviertes y sales de esta monotonía!

Nuria refunfuña por lo bajinis, pero siente de nuevo esas mariposillas en el estómago que presagian que nos estamos entusiasmando con algo... No sé, no sé... probaremos pero al primer tropiezo volvemos a los desayunos y el dominó ¿de acuerdo?

De acuerdo, Nuria, tú mandas... Y Arturo se acuesta en su catre cargado de nuevas ilusiones...

Mientras Dafne se enfrenta a su primer día como "patrona" de su casa. Al llegar de la cena con su prima encuentra la cocina hecha unos zorros. Para hacerse dos huevos fritos  Fran ha utilizado casi todos los utensilios que hay en la cocina. Está todo por fregar y la nevera ha sufrido bajas considerables... Bueno, es su primer día, estará cansado, piensa. Mañana pondremos las cosas en claro.


Pero la historia de esta convivencia será materia del capítulo 11.

CAPÍTULO 11 - ¿Quién dijo jubilarse? Somos polvo de estrellas

Rolling Stones 2014
Actuación en Madrid de los Rolling Stones en Junio 2014










Dafne y Arturo se ven cada día. Él la convence para diseñar un completo plan de negocio y una hoja de ruta que indique paso a paso los trámites a seguir y el plan de comunicación a desarrollar. 

Ella se apunta a un montón de actividades en Barcelona Activa dirigidas a emprendedores y aprende a construir un cuadro de mando, a leer una cuenta de resultados, en fin..., herramientas para saber con certeza lo que tiene entre las manos y cómo evoluciona el proyecto.

Se ven por las tardes, en el bar de Núria y más de un día Dafne se ha estremecido cuando Arturo la besa en las mejillas.

Arturo está cambiando. Su mirada ha adquirido un brillo especial y a veces una dureza metálica que trasluce concentración, determinación.

Con el paso de los días aumenta la confianza y Arturo comienza a hablar de su experiencia en la cárcel, de sus compañeros de celda, de las horas y horas sentado en el patio, la mente errante, soñando despierto...

Están a gusto juntos, hacen un buen tandem, ella pone orden y concierto, él energía y pasión, y... Núria ha ganado en tranquilidad y salud. Se siente protegida y se atreve a cosas a las que no se había atrevido desde hace tiempo como retomar sus clases de baile de salón con Fede, un jubilado parroquiano del bar que se quedó viudo hace un par de años.

Eduardo Amatriain
Ambos, Dafne y Arturo, son conscientes de lo que les está pasando, se recrean en algo que creían que ya no iban a sentir nunca más, ese hormigueo en el estómago cuando se encuentran, esa sonrisa boba que no se les cae de la cara, esa sensación de que el mundo desaparece y sólo está habitado por ellos dos... Esa espera tensa e inquieta hasta que llega el otro, esa felicidad insensata.

Saben de qué se trata, pero las cicatrices de  anteriores desencuentros impide que se lancen el uno en brazos del otro. Saben que será inevitable, pero siguen tensando la cuerda. Este fin de semana han proyectado un viaje al Empordà que puede que provoque esa caída en el dulce abismo de la pasión, Arturo no lo conoce y Dafne ama ese paisaje, compartirlo con él será su primera muestra de amor.




El viernes, después de comer, salen con rumbo a un pequeño veïnat cercano a Corçà, donde Rosa, la antigua compañera de trabajo de Dafne, ha restaurado con un gusto exquisito y minimalista a lo largo de los veinte años que hace que la compró, una vieja masía en ruinas en medio del campo.


Allí instalan su base de operaciones. Dafne quiere enseñarle a Arturo los dulces paisajes del interior, los campos vigilados por la adusta silueta de los cipreses, la impactante belleza de las minúsculas calas bajo acantilados cuajados de pinos olorosos que bajan hasta besar el agua verde y profunda del Mediterráneo, los pueblecitos medievales dibujados a cincel por la burguesía catalana que restauró cada una de sus piedras...

Rosa podrá perder su estatus laboral, su capacidad de consumo, pero nunca su rincón en este lugar idílico donde se codea con lo más selecto de la sociedad catalana durante fines de semana y vacaciones y que alquila en agosto para poder mantener la casa.

La llegada de Dafne y Arturo es una buena excusa para organizar una cena en el porche de la masía, con las estrellas como techo y el césped como alfombra. Arturo se descalza, el contacto con la hierba fresca en esta calurosa noche le hace estremecer de placer. Rosa ha invitado a unos vecinos, en total serán siete a cenar.

Dafne se queda mirando a Montse y Pau. Parecen una pareja feliz, tal vez con ruidosas tormentas mañaneras, tal vez añoran los viajes mochileros de los dieciocho años, pero están envejeciendo bien: ropa de hilo, cabello gris sin teñir, ese aire bohemio que tan bien sienta a los sesentones. 

Pau le cuenta a  Arturo que es feliz desde que se jubiló. Se trasladó definitivamente a l'Empordà, abandonó Barcelona y su despacho de abogado a donde sólo va para acudir al teatro o a un concierto y vive pendiente de su huerto, sus manzanos, sus perros y el tiempo... ¡qué poco llueve! he tenido que instalar riego por goteo en toda la parcela porque ¡no llueve nunca!, comenta.

A menudo, cuando voy al pueblo a por el pan o lo que sea, me parece que salgo del cole, me siento libre y travieso. Dicen que al avanzar hacia la vejez, retrocedemos lentamente hacia la niñez..., debe ser eso.

El otro día, salía del bar algo alterado por la cerveza, me subí a la bici y a medio camino, iba haciendo eses, se me cayeron las gafas. Pasé más de una hora buscándolas... ¿te imaginas, en Barcelona una hora perdida...? y al encontrarlas bajo un arbusto, la alegría fue tan intensa que casi se me para el corazón, pero tuve la certeza por primera vez de que no necesitaba el dinero para ser feliz, bastaba con disponer del tiempo para encontrar las gafas perdidas, ja, ja, ja....

Irreverente y cínico, a Pau sólo le duele no poder ser promiscuo más que con la mente.


Montse calla y mira a su hombre con una cierta resignación. Están en un buen momento. Atrás quedaron las broncas e infidelidades durante la crianza de los hijos. No se arrepiente de haber aparcado su carrera de pianista para cuidar a los niños. Disfrutó de la maternidad intensamente hasta perdonar las frecuentes desapariciones de Pau, dos o tres días de vez en cuando, que le devolvían al hogar con una inmensa resaca y dócil como un corderito ahogado en el sentimiento de culpa.

Pau ya no desaparece y toda su potencia se le va por la boca. De nuevo tengo un niño en casa, piensa Montse, siempre he cuidado de alguien...

Ahora Montse ejerce de "doula", matrona voluntaria, acompaña a otras mujeres durante el embarazo, el parto y la lactancia, es su manera de revivir sus mejores años, de volver a tener en sus brazos a bebés recién nacidos y le hace también sentirse partícipe de esa secreta y ancestral asociación natural de las mujeres. 

La cena transcurre entre historias y risas. Es una noche sin luna y el cielo, plagado de estrellas, invita al silencio y la reflexión.

Somos polvo de estrellas, dice en un momento Dani, y ahora, después de todo lo aprendido, de todo lo vivido, comenzamos a brillar. Después del momento del crecimiento, del desarrollo, ahora empezamos a dar luz... Fijaos en mí, toda una vida dedicado a los seguros y ahora pinto una y otra vez este paisaje que hoy nos envuelve, sin descanso, ocho, diez horas al día. Y lo mejor del caso..., mi pintura me alimenta. ¡Cómo me gustaría explicarle a mi padre que me gano la vida dibujando! ¡No os podéis imaginar cómo influyó en mí su miedo a que yo fuera un artista y no un "hombre de bien" como él decía, o sea un hombre de negocios! ¡Si supiera... ahora sí que soy un hombre de negocios! ¡Ja, ja, ja! 

Lluís Roura
Pero Dani, tú sabes que eres la excepción, contesta María, su pareja. De cada mil pintores, vive de su arte uno, lo sabes bien. En tu caso, a tu evidente talento, (y no te estoy haciendo la pelota, creo de verdad que eres muy bueno en lo tuyo), se une la casualidad de tropezarte un día con un antiguo compañero de la mili que se dedica a ser marchante de arte y que después de una loca noche de revivir recuerdos y beber como cosacos, se convirtió en tu representante. Si no llega a ser por eso, tú seguirías pintando los domingos para llenar de cuadros las casas de tus hijos y tus amigos.

Lo que dices es cierto, María, responde Dani, pero hay otro componente que ayuda: he perdido el miedo. Cuando eres joven toda tu energía se centra en construir: un hogar, una carrera, una reputación, los hijos. El temor a la pérdida de cualquiera de estas cosas es muy fuerte. Ahora sólo me queda perder la vida, o sea, todo... la casa, el trabajo, incluso los hijos, pierden importancia. Por primera vez te enfrentas a ti mismo y te dices... ¿Esto es todo lo que había...? ¿Dónde han quedado mis sueños, mis ilusiones de juventud? Puedes entonces hacer dos cosas, retirarte del mundo y lamentarte a todas horas de lo escasa que es la vida, lo rápido que ha pasado el tiempo, lo feliz que eras no se sabe cuándo... y esperar pacientemente la muerte, o "girar el calcetín", "ponerte el mundo por montera" como decía mi madre y volver a empezar, eso sí, desde un punto de partida privilegiado, con esa mochila de experiencias y conocimiento que hace que conozcas bien los atajos para llegar a buen puerto.

Eres muy optimista, le responde María, en mi caso no he tenido la posibilidad de escoger entre dos alternativas y tú lo sabes bien porque vivimos juntos desde hace diez años y vivimos con mi madre que ha cumplido ya los noventa y que ocupa mis 24 horas. El Alzheimer es una enfermedad cruel con los cuidadores, desde que me levanto hasta que mamá se duerme, toda mi vida gira alrededor de su cuidado... es injusto. Me siento agotada,encerrada en mi pequeño mundo... triste, porque además sé que mamá no mejorará nunca, que cada día que pasa se acerca más al fin que he llegado a desear. Tus hijos y los míos consideran que esto es lo normal, que yo cuide de mi madre, pero sé que ellos no lo harán con nosotros... no sé, ¡estoy de bajón!

Se ha hecho un silencio denso, pesado... Parece que la noche es más oscura ahora y es Rosa, la anfitriona la que los saca del pozo de la tristeza. Venga, venga, María, ¡arriba los corazones!, eres una "jabata", tú puedes con esto y con todo, no te dejes llevar por la melancolía de lo que no puedes hacer ahora. Sabes que puedes contar con nosotros para repartir la carga, para compartir los momentos que quieras..., deja que los hijos vivan su vida y maduren como lo hemos hecho nosotros... te queda tanto por delante...

Y vuelve la paz a la mesa, mientras Rosa reparte los postres y dulcemente la velada se va apagando entre anécdotas, chistes y canciones antiguas. 

Finalmente a la una de la mañana Dafne y Arturo se quedas a solas. El aire huele a romero y a dondiego de noche. Las estrellas iluminan tenuemente la noche y el silencio es tan profundo que Dafne cree que Arturo puede oír el latido acelerado de su corazón. El mundo que les rodea se desdibuja y se funden en un beso que sella el principio de una hermosa noche de amor.

El fin de semana transcurre espléndido entre baños en calas minúsculas y paseos por senderos entre encinas y pinos. Dafne es feliz y Arturo se siente pletórico.

Volverán a Barcelona llenos de la energía que necesitan para emprender ese camino juntos que se empieza a vislumbrar. 

Lo veremos en el capítulo 12 y último de esta historia.

Capítulo 12 o capítulo 1 de la reinvención madurescente:Rebirthing: Inaugurando la tercera etapa de la vida. 


Arranca el proyecto. Hoy asistimos a la inauguración de REDBAR: TU CENTRO PARA COMPARTIR
Desfilan por el renovado bar de Nuria todos los protagonistas de esta historia, incluido Fran al que Dafne echó de su casa sin contemplaciones después de cuatro meses en los que no pagó ni un céntimo, ensució todo lo que pudo (¡esa permanente gota de pipí en el asiento y hasta el el suelo del WC...!). 

Ni conferencias, ni consultoría, ni libros... ¡nada!, encerrado en su habitación mataba las horas escribiendo tremebundas diatribas contra el mundo, y las enviaba a La Vanguardia porque hace dos años le publicaron en "cartas de los lectores" un comentario sobre su relectura de Deleuze... Están interesadísimos en mis artículos, comentaba a todo el que se tropezaba... ¡Nunca más se supo!

¡...Nunca más! Los correos electrónicos morían en el buzón de algún redactor insensible. Saqueaba la nevera con la promesa diaria de una futura visita de "gourmet" al mercado para seleccionar mejor qué y cómo se comía en esta casa, pero esa visita nunca se produjo. El olor a tabaco traspasó en pocos días los muros de su habitación e invadió la casa...

Dafne pasó mucho tiempo entre la pena y la indignación. Lo oía toser sin descanso por la noche y amanecer con unas inmensas ojeras azules. Arrastrarse en bata y zapatillas a cualquier hora del día o de la noche. Una tarde le oyó hablar de ella por teléfono llamándola bruja y esa fue la gota que colmó el vaso. Bruja, claro que sí, ¡se iba a enterar de lo que era capaz una bruja!

Fran se fue de casa de Dafne con la cabeza muy alta y acusándola de usurera y antipática, pero Dafne no le guardaba rencor, eran malos tiempos para todos y recordaba las historias que le contaba su madre, añorada mama Ana, sobre el dolor de la pobreza vergonzante de algunos de sus parientes. Los años hacen que comprendas casi todo aunque no puedas aceptarlo, pensaba. Bastante tiene Fran con su miseria y su cerrazón.


Así pues, con Fran incluido, comienza la inauguración. Arturo está nervioso y exultante. Tiene controlado hasta el último detalle de la fiesta desde los discursos hasta las bengalas que guarda como punto final para poner en los ojos de los amigos las estrellitas de la ilusión infantil.

Dafne se ha comprado para la ocasión un vestido rojo y transpira felicidad. Y Nuria... ensaya unos pasos de baile que ha preparado con Fede para abrir la fiesta.

En una mesa al fondo del bar de Nuria, Arturo ha colocado unas bolsas. En ellas hay sprays de pintura, purpurina, rotuladores gordísimos de todos los colores, globos por hinchar, flechas, corazones, estrellas de papel adhesivo, bocadillos de cómic por rellenar de papel rojo... y una pared absolutamente blanca donde cada cual pueda aportar  su granito de arena, su frase, su dibujo, so oferta y así componer el mural de la cooperativa que hoy se pone en marcha.

La gente es tímida. Cuesta arrancar, pero Dani (nuestro artista) spray en ristre dibuja unos gruesos trazos degradados que llenan de color el fondo. La acción se desencadena y, en un visto y no visto, nadie queda sin aportar algo a la pared.

La transformación del bar es total, el color inunda todos los rincones y empieza a ser algo más que un bar, un club selecto al que quiero pertenecer porque esconde un pedacito mío, ese trazo, esa frase que miraré cada vez que entre aquí.

Y entonces suena la música de un hermoso tango y Nuria y Fede dibujan sus pasos en la minúscula pista de bailes que Arturo ha dibujado en el suelo del bar.


Pau y Montse se suman al baile, "bien agarraos", es evidente que llevan una eternidad bailando juntos y Dafne mira a Arturo que la coge por la cintura y se incorporan también. "El tango es un pensamiento triste que se baila" decía Enrique Santos Discépolo, y resuena el la cabeza de más de uno la letra de Volver.

Pedro ha venido a la fiesta con todos sus colegas de su espacio de coworking. Todos ellos son Golden Workers que han aparcado por un día las angustias del trabajador autónomo y vienen a echar una mano en lo que haga falta. Profesionales curtidos en mil batallas que ahora lideran su ejército unipersonal y se enfrentan al dragón del desempleo con las potentes armas de su ingenio, su talento, su experiencia y su renacido entusiasmo e ilusión, todo ello fraguado en la artesa de la crisis madurescente que les provocó su salida de una organización en la que creían que acabarían su vida profesional con una jubilación anticipada...

Han preparado una brevísima pieza teatral y salen al escenario en el que se ha transformado lo que hasta ahora era una pista de baile:

SALVANDO A DEPREAÑA

(Aparecen en el escenario cuatro personajes, el PRESENTADOR, Don MARIO CORSO, Doña MILAGROS ARANA y Don MÁXIMO VIROTE. Se colocan en hilera frente al público, el PRESENTADOR se avanza dos pasos)

TODOS (coro)
¡Bienvenidos a Depreaña!

PRESENTADOR 
(con tono de locutor de radio)
Sí, señoras y señores, estamos en este pequeño país, Depreaña, que expulsa a sus retoños más jóvenes al extranjero, castiga los años trabajados y la experiencia con el despido, y explota a los pocos trabajadores que quedan con horarios kafkianos y sueldos miserables. Estamos en Depreaña y voy a presentarles a algunos de sus ciudadanos más ilustres.

(Avanzan tres pasos según los vaya nombrando el PRESENTADOR)

PRESENTADOR
(Imitando a un presentador de boxeo)
¡Don Mario Corso, empresario que está contribuyendo desinteresadamente al hundimiento de la economía del país!!!

MARIO CORSO
(Con los pulgares en los sobacos)
¡Gracias, gracias, querido presentador, amables consumidores y clientes...! La verdad es que mi aportación es muy humilde. Apenas doscientos despidos este último mes. Nada más he podido ingresar en un banco suizo un par de millones de euros. Estoy algo cansado de luchas constantemente por mi país y puedo comunicaos la gran noticia de que he comenzado conversaciones para que absorba mi empresa una gran multinacional china que se quedará con la cartera de clientes y cerrará la fábrica que tengo en el Vallés. Podré por fin dedicarme a especular que siempre ha sido mi auténtica vocación y el sueño de mi juventud.
(Aplausos entre los personajes que están en escena y MARIO CORSO se retira a un lado del escenario)

PRESENTADOR
(Avanza hacia el proscenio)
Tengo el honor de presentaos a MILAGROS ARANA, que nos inspira y nos da fuerzas para seguir adelante en estos duros momentos desde su consulta y a través de sus numerosos libros, conferencias, programas de televisión y radio, en fin... ¡os presento a la reina de los medios!!!

MILAGROS ARANA
(Con la mirada perdida en el horizonte y las manos cogidas en actitud de rezo)
Gracias PRESENTADOR. No me merezco su reconocimiento. Mi humilde persona sólo recopila, traduce y mezcla escritos de mis ilustres colegas americanos y europeos. Ni una sola palabra es mía. Tengo la inmensa suerte de que en nuestro país casi nadie lee nada y menos en inglés y puedo copiar descarada e impunemente lo que quiera. Y en mis programas de radio y televisión tengo contratados por cuatro chavos a los mejores guionistas del país, cuatro jóvenes licenciados en periodismo y masters en comunicación, capaces de embaucar a Santo Tomás.
Pero en televisión nada es verdad, así que yo formo parte del mundo de la ilusión y el espectáculo, vendo humo que la gente compra, ansiosa de remedios que curen su enorme aburrimiento vital. Miento, seduzco y sano a los que quieren ser engañados, y salen de mis conferencias y cursos exactamente igual que cuando entraron, pero con la sonrisa boba del que ha pasado un buen rato.
(Saluda inclinándose exageradamente y se retira al lateral junto a MARIO CORSO)

PRESENTADOR
(Mirando a Milagros y besándole la mano)
¡Qué encantadora es Milagros! ¡Gracias por tu presencia, nos inspira!!!
(Se vuelve al público)
Y, señoras y señores, he dejado para presentarles en último lugar a Máximo Virote, (se pone la mano junto a la boca para contarle un secreto al público) ¿lo han reconocido, verdad? Es el Presidente del partido del Gobierno, el LyEU, ha sido Secretario General de la Ejecutiva del partido, Ministro de Trabajo, aunque nunca haya trabajado, recordado portavoz del gobierno por sus numerosas meteduras de pata y errores de bulto. Actualmente además de su cargo en el Partido es consejero de las más importantes empresas de Depreaña. ¡Escuchen... escuchen...!

MAXIMO VIROTE
(Se acerca al público enseñando las palmas de las manos)
Queridos conciudadanos. Es para mí un orgullo estar aquí hoy, en este día tan señalado para esta nueva empresa que comienza su andadura y que se ha fundado a pesar de todos los infructuosos intentos burocráticos de mi gobierno para que no pudiera salir adelante.
He contribuido con mi pequeño grano de arena desde el ministerio que presidía hasta hace pocos meses a que la lista del paro de este país sea la más grande del continente, he permitido y ayudado con toda mi energía a que empresarios y banqueros defraudaran todo lo que quisieran para que pudieran enriquecerse personalmente, empobreciendo al país y sus ciudadanos. He formado parte de comités de dirección en los que jamás he abierto la boca, pero sí la mano para que generosamente pagaran mi silencio. 
Lucharé siempre por defender los privilegios de esta sufrida casta de políticos de Depreaña, para defender la torre de marfil en la que se encuentran, lejos de la realidad cotidiana del pueblo, enzarzados en las disputas, envidias y trapicheos propios de los de su clase.
No podréis contar conmigo nunca, porque estaré siempre al servicio de mis propios intereses.
Pido pues vuestro voto para las próximas elecciones y os puedo asegurar que no cumpliré ninguna de las promesas del programa electoral de mi partido.

(Aplausos de los personajes en el escenario y el PRESENTADOR se acerca emocionado a MÁXIMO VIROTE)

PRESENTADOR
¡Qué elocuencia!¡Qué pasión en sus palabras!¡Gracias, Máximo!
(Se dirige de nuevo al público)
Bien, y ahora  confortados por las inspiradas palabras de don MÁXIMO VIROTE, les invito a felicitar a estos brillantes oradores y a continuación a participar en el próximo evento de esta magnífica fiesta. Espero que con su ayuda podamos expulsar de nuestro país a estos espléndidos representantes de nuestra decadencia y nuestra ruina. ¡Un fuerte silbido para ellos, por favor!!!
(Silbido de desacuerdo de todos los actores)

FIN

El bar se llena de ensordecedores silbidos que se mezclan con las carcajadas de los asistentes. Todos quieren felicitar y abrazar a Pedro y sus amigos, pero Arturo presuroso anuncia el siguiente juego:

Queridos amigos, os pedimos en nuestro correo de convocatoria que viniérais a la fiesta con dos objetos de los que os quisierais desprender. DOs objetos en buen estado que os hayan hecho un buen servicio pero que en este momento no necesitéis. Vamos a jugar al trueque para conocernos un poco mejor. Mostraréis vuestros objetos y buscaréis una persona cuyos objetos os gustaría poseer. De esta forma cada persona deberá relacionarse con otras dos como mínimo. Cada uno de vosotros deberá explicar la historia del objeto a quien le interese y por qué habéis decidido deshaceos de él. El objetivo del juego es que cada uno de nosotros salga con dos regalos, con dos objetos aportados por otra persona. ¡Mostrad vuestros regalos! Y comenzaré yo para que veáis la mecánica del juego.

Arturo pasa la vista por todos los objetos de los asistentes y se queda mirando a Asil, el novio de Alicia, la hija de Dafne. Asil tiene en las manos un diminuto pendrive y una gastada mochila de cuero. Arturo se interesa por el pendrive.

Asil nos cuenta: He traído este pendrive porque me ha acompañado en todos mis viajes. Contiene la grabación en audio de las historias que me explicó mi abuelo en sus últimos días cuando fui a visitarle y despedirme de él en Bursa, Turquía. Con apenas un hilillo de voz me contó anécdotas de su vida como soldado en la segunda guerra mundial, me explicó también viejas historias familiares de parientes emigrados a Francia o a Estados Unidos llenas de magia y fantasía, me explicó cómo cortejó a mi abuela, lo mal que le caía a mi bisabuelo que era el ricachón del pueblo y veía con malos ojos la boda de su hija con un músico. me cantó baladas antiquísimas, romances antiguos llenos de aventuras y desventuras. Todo lo que contiene este pendrive está ahora en la nube de internet, puedo acceder a su contenido desde cualquier dispositivo conectado a internet y por eso he creído que podía ser un objeto personal valioso del que puedo desprenderme.

Arturo recoge emocionado el pendrive y le dice: A cambio de tu pendrive yo puedo ofrecerte la pluma parker con plumín de oro que me regaló mi padre cuando acabé los estudios, con ella he escrito, firmado, anotado todo lo que ha sido importante en mi vida. Ahora apenas la uso, me he acostumbrado a escribir en el ordenador o como mucho cuatro rayas y alguna firma con un pequeño bolígrafo que llevo siempre en el bolsillo y por eso considero que es un objeto personal valioso del que puedo desprenderme, para usar tus mismas palabras. 

O si lo prefieres, puedo ofrecerte a cambio del pendrive, una hora de mi tiempo, para evaluar tus finanzas y ver como mejor administrarlas, cómo ahorrar y cómo mejorar a tu favor tu declaración de la renta.

Asil sonríe y responde: Trato hecho, me quedo con tu pluma, toma mi pendrive.

Y así comienza el juego y durante un buen rato escuchamos hermosas historias y asistimos a equitativos trueques.


Circulan entre la gente bebidas, tapas, bocadillos y dulces para entretener no sólo el espíritu. Lo ha preparado todo Paquita, recién llegada de Nueva York para la ocasión, en la pequeña cocina del bar. Aprovecha para repartir entre la gente una tarjeta donde aparece la dirección del blog que está editando con sus mejores recetas y donde pide a sus lectores que le aporten recetas de la cocina más tradicional española para enriquecer sus menús en el catering en el que trabaja.

Dafne reparte las hojas de adscripción a la cooperativa y el folleto con la primeras actividades propuestas para el mes que viene. Son bienvenidas. Todo el mundo quiere formar parte de esta eutopía.

Cae la noche. La música y las conversaciones cruzadas lo llenan todo. Ahora suena Atom Heart Mother, Pink Floyd para llenar la sala de remembranzas.

                                         

Dafne sabe que hoy comienza una nueva etapa de su vida. No se trata de una nueva oportunidad, se trata de una nueva vida por estrenar. No está asustada por el paso del tiempo, en estos últimos meses ha madurado más que en los últimos veinte años y se siente a gusto en su presente, con sus arrugas y sus temores, con ese incipiente proyecto de trabajo, de vida... Todo está denuevo por inventar. Hijos de nuestro tiempo, somo cambio, evolución permanente y hay que dejarse ir, como los juncos, cimbrearse por donde sopla el viento, siempre a favor, atentos a donde salte la oportunidad.

Nos queda mucho por ver, por disfrutar, por vivir, y eso será con las nuevas reglas del juego que nosotros mismos inventemos.

Y este rinconcito del mundo, el REDBAR, será nuestro refugio, nuestro nido y nuestra célula revolucionaria, la de la revolución madurescente, la de la revolución de los golden workers. Y Dafne, iluminada por sus reflexiones fin de fiesta, sea abraza a Arturo que, emocionado, deja escapar una lágrima.


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